¿Y se supone que debería tenerte miedo? [Alvaro Valerious]
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¿Y se supone que debería tenerte miedo? [Alvaro Valerious]
Salí al escenario a dar mi espectáculo, como todas las noches, sólo que hoy era viernes y el lugar estaba sumamente concurrido. Sonreí levemente mientras me paseaba por la tarima, sujetando el micrófono con fuerza y totalmente concentrada en alcanzar cada una de las notas. La canción era sumamente difícil, sin embargo ya tenía tiempo ensayándola, a escondidas de Akira, y aunque hoy era la primera vez que la presentaba, aun así estaba totalmente confiada de que me saldría bien. Confiaba en ello.
Se suponía que aún estaba incapacitada por lo de la lesión en mi brazo, producto de aquel accidente de días pasados, sin embargo había encontrado una manera de quitarme el yeso, con ayuda de uno de mis compañeros meseros, y lo había dejado de tal forma que podría quitarlo y colocarlo cuantas veces fuera necesario. Mientras mi amado esposo no se diera cuenta de ese pequeño detalle, no tendría ningún problema... ¿o sí? Nadie se percataría que realmente tenía el brazo dañado, pues mi atuendo ayudaba bastante a disimular con accesorios lo inflamado del mismo y procuraba no moverlo mucho, para no provocar algún movimiento brusco que pudiera lastimarme y arruinar de esta manera mi interpretación. Mientras hubieran gastos que solventar en casa, yo haría mi trabajo de la forma más impecable posible, pues lo único que deseaba era serle útil a Ishida en algo...
Terminé la canción con una nota larga y alta y esperé en el centro hasta que la pista terminara, cuando esto sucedió los aplausos no se dejaron esperar y los agradecí con leves reverencias y una sonrisa radiante.
Después de eso, me bajé del escenario y, vestida como estaba, me dediqué a charlar con los clientes y a atenderlos, como dictaba mi trabajo. Llevaba apenas charlando unos cinco minutos con una pareja, después de mi presentación, cuando se me acercó un compañero y me pidió que atendiera una mesa en particular, pues ahorita no contaban con más personal. También era mi trabajo ser de mesera, así que sin tener tiempo de cambiarme de ropa, me dirigí hacia allá, esquivando mesas, clientes y meseros; y al fin me acerqué a la mesa que me habían solicitado atender, con libreta en mano que antes me había proporcionado mi compañero. Sonreí de buena manera y me preparé para tomar su orden.
-Buenas noches caballero, bienvenido al Sharek, mi nombre es Julieta y tendré el placer de atenderle. ¿Está listo para ordenar?
- Atuendo:
Invitado- Invitado
Re: ¿Y se supone que debería tenerte miedo? [Alvaro Valerious]
— Si... Todo se concluyó a la perfección, Dimitri.. — Afirmé severo, dándole una cuarta calada a mi vicio, al tiempo que deambulaba de un lado a otro, como: cuan león enjaulado preso de excitación al encierro y de paso, sin deshacerme de mi costoso móvil. Ya iba hacer el segundo que compraba , en el lapso de dos meses. Y todo por que, no me duraban vivos. ¿A qué se debe esto? Pues, la mayor causa de sus fallecimientos, han sido: ataques de rabia, para borrar posible evidencia culposa o simplemente, por contactos inesperados sobre bases liquidas. Fuere lo que fuere, un celular si se mantenía funcionando, correctamente en mis manos, era por milagros y gracia del Señor. —“¿Ya entraste a ver a la preciosura?”— , Menciono mi compañero del otro lado, usando su típico tono de burla, uno del cual aparecía en extrañas ocasiones:
— Si tienes tanto interés en enrollarte con la mujer... ¡Ven y entra tu, en mi lugar!— Fue mi seca respuesta, sin darle mucho crédito a su comentario. Debía reconocer que una de las ventajas, que poseía a la hora de lograr la eficacia de mi trabajo, es: carecer de deseos de inmiscuirme con el enemigo.
— “Eres muy melodramático, Seth.. ¡Con razón espantas a las mujeres! ¡Y lo peor te pones como santo y sos un vil demonio! ¡Si, lo que oíste! ¡Vil, vil, vil!“— Se quejo Dim disgustado, ya que a veces relucía su falsa envidia sobre mi don con las mujeres. No faltaba a que terminara mi cigarrillo, estaba armándome algo de tiempo antes de adentrarme por las puertas del local: Sharek. Que desde su apertura logro gran fama entre jóvenes y adultos de todas la edades, viejos ricos, abogados, estudiantes, parejas, les quedaba como anillo al dedo para las ganancias del negocio:
— Ajam, bueno te cuelgo. Ciao.— Eche un vistazo fugaz, por ambas esquinas de las calles. Nada de autos, motocicletas ni gente a la redonda. Arroje el cigarrillo al suelo y lo apague con la suela de mi bota revestida en cuero, guarde una de mis manos en los bolsillos de mi tapado largo y con la contraria, empuje sin ejercerse demasiada presión la puerta ambulatoria. Se notaba la enorme diferencia al estar allí y con respecto, al exterior del local. Los murmullos entre los clientes, el ruido de copas sobre la barra y una cantante en el escenario, daba un toque cool. Iba a avanzar un par de pasos, cuando fui interceptado por una pelirroja con: seductoras curvas, exageradamente pintada y vistiendo un uniforme bastante provocativo (Si, eso se podía llamar uniforme. Con solo destrozarle las prendas se quedaría completamente desnuda). Le brinde una sonría a medias; la cual se borro, al instante.
—¡Hola, señor! ¿Necesita una mano para elegir una de nuestras mesas?— Una pregunta que daría una mujer con cabeza rubia, sin ofender a nadie. Pase de su presencia y esta al no recibir la respuesta anhelada, se puso boquiabierta. Tal ves, seria la primera vez que lograba un rechazo tan directo. No la culpaba. Uno va a morir descerebrado de acá a la China, y si el destino se comportaba de manera justa con ella: se volvería mas prudente y menos extrovertida.
| ¿Donde estarán las verdaderas mujeres? Ya con esto, me desencanto de todo posible hechizo que podría tener este sitio | Pensé a mis adentros, silbando al ritmo de la canción de la joven y tomando asiento en una mesa de por ahí, a unos metros del escenario. La chica de coro angelical, no tardo en acabar. Lastima. En eso, una segunda masera se acerco a mi mesa con aire mas tranquilo y sin ningún, sin intenciones de ligarse conmigo:
– Un whisky bien cargado... – Hice una pequeña pausa, total ese pedido era muy típico de mi persona. – Oh, y ya que estas... ¿ Me puedes averiguar el nombre de la chica que canto, hace tan sólo unos minutos?
— Si tienes tanto interés en enrollarte con la mujer... ¡Ven y entra tu, en mi lugar!— Fue mi seca respuesta, sin darle mucho crédito a su comentario. Debía reconocer que una de las ventajas, que poseía a la hora de lograr la eficacia de mi trabajo, es: carecer de deseos de inmiscuirme con el enemigo.
— “Eres muy melodramático, Seth.. ¡Con razón espantas a las mujeres! ¡Y lo peor te pones como santo y sos un vil demonio! ¡Si, lo que oíste! ¡Vil, vil, vil!“— Se quejo Dim disgustado, ya que a veces relucía su falsa envidia sobre mi don con las mujeres. No faltaba a que terminara mi cigarrillo, estaba armándome algo de tiempo antes de adentrarme por las puertas del local: Sharek. Que desde su apertura logro gran fama entre jóvenes y adultos de todas la edades, viejos ricos, abogados, estudiantes, parejas, les quedaba como anillo al dedo para las ganancias del negocio:
— Ajam, bueno te cuelgo. Ciao.— Eche un vistazo fugaz, por ambas esquinas de las calles. Nada de autos, motocicletas ni gente a la redonda. Arroje el cigarrillo al suelo y lo apague con la suela de mi bota revestida en cuero, guarde una de mis manos en los bolsillos de mi tapado largo y con la contraria, empuje sin ejercerse demasiada presión la puerta ambulatoria. Se notaba la enorme diferencia al estar allí y con respecto, al exterior del local. Los murmullos entre los clientes, el ruido de copas sobre la barra y una cantante en el escenario, daba un toque cool. Iba a avanzar un par de pasos, cuando fui interceptado por una pelirroja con: seductoras curvas, exageradamente pintada y vistiendo un uniforme bastante provocativo (Si, eso se podía llamar uniforme. Con solo destrozarle las prendas se quedaría completamente desnuda). Le brinde una sonría a medias; la cual se borro, al instante.
—¡Hola, señor! ¿Necesita una mano para elegir una de nuestras mesas?— Una pregunta que daría una mujer con cabeza rubia, sin ofender a nadie. Pase de su presencia y esta al no recibir la respuesta anhelada, se puso boquiabierta. Tal ves, seria la primera vez que lograba un rechazo tan directo. No la culpaba. Uno va a morir descerebrado de acá a la China, y si el destino se comportaba de manera justa con ella: se volvería mas prudente y menos extrovertida.
| ¿Donde estarán las verdaderas mujeres? Ya con esto, me desencanto de todo posible hechizo que podría tener este sitio | Pensé a mis adentros, silbando al ritmo de la canción de la joven y tomando asiento en una mesa de por ahí, a unos metros del escenario. La chica de coro angelical, no tardo en acabar. Lastima. En eso, una segunda masera se acerco a mi mesa con aire mas tranquilo y sin ningún, sin intenciones de ligarse conmigo:
– Un whisky bien cargado... – Hice una pequeña pausa, total ese pedido era muy típico de mi persona. – Oh, y ya que estas... ¿ Me puedes averiguar el nombre de la chica que canto, hace tan sólo unos minutos?
Última edición por Alvaro Valerious el Mar Sep 17, 2013 2:09 am, editado 1 vez
Alvaro Valerious- Chain
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Localización : En la oscuridad del Abyss
Re: ¿Y se supone que debería tenerte miedo? [Alvaro Valerious]
Ladeé el rostro, sin despegar aquella suave sonrisa de amabilidad y cortés que empleaba profesionalmente a la hora de trabajar, a la espera de su pedido. Cuando el hombre habló, encarqué una ceja y me fijé un poco mejor en su apariencia: cabello largo y oscuro, ojos color extraño pero atrayentes, piel pálida y seguramente tersa al tacto, facciones delicadas pero sin excluir lo varonil en ellas. Fruncí el ceño y de allí pasé a echar un vistazo fugaz y discreto a todo su atuendo. El club recibía toda clase de personas, sin embargo procuraba jamás fijarme en ellas y sólo cumplir con mi deber, que para algo me pagaban. Sin embargo, era la primera vez en la que sentía tanta curiosidad por un cliente. No sabía definirlo del todo, pero había algo en él que llamaba la atención y por montones... ¿Quizá fuera aquella presencia que imponía en cualquier lugar en el que se encontraba y obligaba a todos a mirarle? Era atractivo, incluso una mujer ciega se daría perfectamente cuenta de ello... y sin duda poseía una personalidad y un carácter fuertes y dominantes. Pero no era sólo eso... había algo en él que no me agradaba, y muy probablemente fuera aquella aura de peligro que emanaba. No me gustaba.
Asentí casi inmediatamente a su pedido, aliviada porque fuera algo que recordaría fácilmente y el haberme ahorrado el tener que usar de la libretita: hubiera sido bastante difícil apuntar, con el brazo como lo tenía.
-De acuerdo, un whisky bien cargado -repetí la orden, como para cerciorarme y aunque escuché su pregunta última, sólo le miré y le dediqué una sonrisa un tanto traviesa, dispuesta a dejarle pasar por la duda por un rato, al menos por el tiempo que dudaría en estar su bebida lista- En un momento le traigo su encargo.
Pasé a retirarme y me dirigí directamente a la barra, apoyándome en esta mientras le pedía la bebida al bartander y me giraba discretamente hacia el concurrido lugar, sin poder evitar echar fugaces vistazos hacia el lugar donde se encontraba mi cliente de mirada penetrante.
-¿Algo interesante? -me preguntó mi compañero, mientras preparaba el whisky solicitado y me mirada de reojo con una sonrisa ladina que yo ya le conocía bien.
-Para nada -repliqué con una sonrisa a medias.
-¿En serio? A mí me parece lo contrario, no le has quitado el ojo a nuestro visitante -señaló con una discreta cabezada hacia el lugar donde yo miraba en esos momentos. Desvíe la mirada, un tanto incómoda, y la clavé en las manos del bartander, observando sin prestar mucha atención en lo que hacía.
-No seas idiota, me llama la atención porque creo que es la primera vez que viene... o al menos es la primera vez que lo he visto, tanto en mi vida como en el lugar. Un sujeto como él no pasa desapercibido tan fácilmente.
-Tienes razón -asintió- también es la primera vez que lo veo... Ya está la bebida -puso le vaso en una charola negra y lo tomé automáticamente para ir a servirlo.
Regresé a la mesa del pelinegro, volviendo a componer aquella sonrisa profesional, y le dejé el whisky en la mesa, frente a él.
-Aquí tiene, señor -me erguí y abracé la charola, mirandole curiosidad- Respecto a su otra petición, no tuve necesidad de averiguar nada, puesto que conozco a la joven en cuestión perfectamente -sonreí traviesamente mientras hacía una ligera pausa dramática- se trata de mí. Espero que haya disfrutado con el espectáculo, si tiene alguna canción en particular que deseé, puede hacérmelo saber con confianza.
Asentí casi inmediatamente a su pedido, aliviada porque fuera algo que recordaría fácilmente y el haberme ahorrado el tener que usar de la libretita: hubiera sido bastante difícil apuntar, con el brazo como lo tenía.
-De acuerdo, un whisky bien cargado -repetí la orden, como para cerciorarme y aunque escuché su pregunta última, sólo le miré y le dediqué una sonrisa un tanto traviesa, dispuesta a dejarle pasar por la duda por un rato, al menos por el tiempo que dudaría en estar su bebida lista- En un momento le traigo su encargo.
Pasé a retirarme y me dirigí directamente a la barra, apoyándome en esta mientras le pedía la bebida al bartander y me giraba discretamente hacia el concurrido lugar, sin poder evitar echar fugaces vistazos hacia el lugar donde se encontraba mi cliente de mirada penetrante.
-¿Algo interesante? -me preguntó mi compañero, mientras preparaba el whisky solicitado y me mirada de reojo con una sonrisa ladina que yo ya le conocía bien.
-Para nada -repliqué con una sonrisa a medias.
-¿En serio? A mí me parece lo contrario, no le has quitado el ojo a nuestro visitante -señaló con una discreta cabezada hacia el lugar donde yo miraba en esos momentos. Desvíe la mirada, un tanto incómoda, y la clavé en las manos del bartander, observando sin prestar mucha atención en lo que hacía.
-No seas idiota, me llama la atención porque creo que es la primera vez que viene... o al menos es la primera vez que lo he visto, tanto en mi vida como en el lugar. Un sujeto como él no pasa desapercibido tan fácilmente.
-Tienes razón -asintió- también es la primera vez que lo veo... Ya está la bebida -puso le vaso en una charola negra y lo tomé automáticamente para ir a servirlo.
Regresé a la mesa del pelinegro, volviendo a componer aquella sonrisa profesional, y le dejé el whisky en la mesa, frente a él.
-Aquí tiene, señor -me erguí y abracé la charola, mirandole curiosidad- Respecto a su otra petición, no tuve necesidad de averiguar nada, puesto que conozco a la joven en cuestión perfectamente -sonreí traviesamente mientras hacía una ligera pausa dramática- se trata de mí. Espero que haya disfrutado con el espectáculo, si tiene alguna canción en particular que deseé, puede hacérmelo saber con confianza.
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