Contrabando amarillo [Ari]
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Contrabando amarillo [Ari]
Cualquier pandoriano sabía de su existencia, y es que era imposible no haber visto o mínimo escuchado de la enoorme granja ubicada en un extremo de la ciudad. Si, era mas que envidiable considerando su propia realidad, mas no gustaba de invertir mucho tiempo en renegar de tan grandes diferencias. A decir verdad, prefería disfrutar del imponente paisaje que su campo de girasoles ofrecía a diario, a veces pasaba por ahí intencionalmente por las tardes, en otras ocasiones se levantaba un poco mas temprano y daba una ronda por aquel lugar.
No lo relacionaba con nada en particular, no traía a su mente ninguna idea en específico, simplemente gustaba de las poco comunes y enormes flores amarillas, bueno, en aquel terreno si era comunes, pero el verlas tan masivamente era en gran parte el encanto que lo atraía mas de una vez a la semana. Por alguna razón no había compartido con nadie su fascinación, nunca iba acompañado, tal vez para evitar que lo interrumpieran o presionaran para abandonar su apreciación.
Solo se sentaba en el suelo frente a cualquier punto de la extensión de girasoles, si la tarde lo alcanzaba gustaba de recostarse, llegando a quedarse dormido mas de una vez. Si al llegar a casa su hermana cuestionaba sobre la razón de su tardanza siempre se inventaba alguna común excusa. Ya habían pasado algunos meses desde que había adquirido esa peculiar costumbre, ir y observar, nada mas. Pero nada es para siempre, así que una madrugada vino a su mente la idea de hacer algo diferente, darle un leve giro a sus visitas y llevarse un fragmento de panorama para disfrutar aún lejos de ahí.
- Tienen una infinidad, no notarán si falta solo uno de ellos... - decidido sacó de su bolsillo un cutter que solía llevar a diario consigo, nunca se sabe cuando puede hacer falta cortar algo. Por primera vez se acercó a las flores, hasta entonces se dio cuenta de que nunca antes lo había hecho, siempre los observaba a la distancia. De hecho le llevó unos cuantos minutos reaccionar ante su magnificencia antes de elegir uno de tantos para llevárselo a conocer el mundo. El sol recien comenzaba a salir, el frío del estrenado día se hacía notar aún mas por lo relativamente alejado que se encontraban de la ruidosa ciudad. Con cuidado sacó el filo de su herramienta y una vez seleccionada su flor se dispuso a cortar el tallo .
- Pequeña, hoy te llevaré conmigo. Intentaré que no duela mucho, pero descuida, prometo cuidarte, incluso te pondré música si así lo prefieres... - Sin querer había dejado que la nostalgia hiciera acto de presencia. Aquellas flores le recordaban una vieja ruta que solían tomar de pequeños junto a su madre para llegar a casa, estaba seguro que de ahí venía su gusto por los girasoles, y recordando las instrucciones de su progenitora, dedicó unas cuantas palabras a la flor antes de cortarla. Sin embargo una sonrisa le iluminaba el rostro, el tomar una flor debió pasar por su mente mucho antes, a fin de cuentas solo era una del sin fin que inundaban el lugar. - Sesgado sesgado~ ella siempre decía que el corte debía ir sesgado. Aunque ahora que lo pienso... nunca dijo la razón... - ya había comenzado a hablar en voz alta y a distraerse con detalles, solo sujetaba el tallo para no perder a su seleccionada.
No lo relacionaba con nada en particular, no traía a su mente ninguna idea en específico, simplemente gustaba de las poco comunes y enormes flores amarillas, bueno, en aquel terreno si era comunes, pero el verlas tan masivamente era en gran parte el encanto que lo atraía mas de una vez a la semana. Por alguna razón no había compartido con nadie su fascinación, nunca iba acompañado, tal vez para evitar que lo interrumpieran o presionaran para abandonar su apreciación.
Solo se sentaba en el suelo frente a cualquier punto de la extensión de girasoles, si la tarde lo alcanzaba gustaba de recostarse, llegando a quedarse dormido mas de una vez. Si al llegar a casa su hermana cuestionaba sobre la razón de su tardanza siempre se inventaba alguna común excusa. Ya habían pasado algunos meses desde que había adquirido esa peculiar costumbre, ir y observar, nada mas. Pero nada es para siempre, así que una madrugada vino a su mente la idea de hacer algo diferente, darle un leve giro a sus visitas y llevarse un fragmento de panorama para disfrutar aún lejos de ahí.
- Tienen una infinidad, no notarán si falta solo uno de ellos... - decidido sacó de su bolsillo un cutter que solía llevar a diario consigo, nunca se sabe cuando puede hacer falta cortar algo. Por primera vez se acercó a las flores, hasta entonces se dio cuenta de que nunca antes lo había hecho, siempre los observaba a la distancia. De hecho le llevó unos cuantos minutos reaccionar ante su magnificencia antes de elegir uno de tantos para llevárselo a conocer el mundo. El sol recien comenzaba a salir, el frío del estrenado día se hacía notar aún mas por lo relativamente alejado que se encontraban de la ruidosa ciudad. Con cuidado sacó el filo de su herramienta y una vez seleccionada su flor se dispuso a cortar el tallo .
- Pequeña, hoy te llevaré conmigo. Intentaré que no duela mucho, pero descuida, prometo cuidarte, incluso te pondré música si así lo prefieres... - Sin querer había dejado que la nostalgia hiciera acto de presencia. Aquellas flores le recordaban una vieja ruta que solían tomar de pequeños junto a su madre para llegar a casa, estaba seguro que de ahí venía su gusto por los girasoles, y recordando las instrucciones de su progenitora, dedicó unas cuantas palabras a la flor antes de cortarla. Sin embargo una sonrisa le iluminaba el rostro, el tomar una flor debió pasar por su mente mucho antes, a fin de cuentas solo era una del sin fin que inundaban el lugar. - Sesgado sesgado~ ella siempre decía que el corte debía ir sesgado. Aunque ahora que lo pienso... nunca dijo la razón... - ya había comenzado a hablar en voz alta y a distraerse con detalles, solo sujetaba el tallo para no perder a su seleccionada.
Lanre Drachenblut- sirviente
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
De toda la gran granja en donde habitaba, su lugar preferido sin duda, después de la cocina de la casa, era el campo de Girasoles que le había pedido permiso a Robert para construir. Estaban en esa época donde las flores amarillas y siempre bien paradas se podían disfrutar con la vista y pronto ya podrían córtalas, aunque realmente no le agradaba cuando no las tenía cerca. Por eso solía dejar algunas intactas en una esquina del gran campo o al menos pedía que dejaran los que estaban justo alrededor del gran árbol que había en medio.
Visitar el campo era cosa de todos los días, la calmaba ver el mar amarillo y verde. Pero ese día iba por una razón un poco diferente, la noche anterior había discutido con Robert y se había pasado la noche maldiciendo al mundo y casi lloriqueando por todo lo malo que ocurría. Si, era algo exagerada, pero lo que estaba claro era que necesitaba terapia y que mejor que una que tuviera a sus preciadas flores. Ni estaba segura de porque le gustaban, pero le recordaban a alguien del que no solía hablar con los demás, ni siquiera con su hermano.
Pero basta de recordar a Robert, después de todo era su culpa que estuviera así, no su culpa literal pero aceptar su culpa personal daba dolor de cabeza. Por eso antes de que llegara el amanecer había escapado de su habitación, sin seguir su rutina de despertar a los otros por comida, y se había ido a caminar por los campos que rodeaban la granja en busca del más amarillo y vistoso. Draco había querido acompañarla, pero ella se lo había negado, Rob tardaría unas horas en notar su ausencia así que tenía un tiempo de libertad antes de que la fueran a buscar. Y estaba segura de que el telescopio del balcón era capaz de mostrar lo que ocurría en su preciado campo lleno de girasoles.
El frío de la caminata la hacía ir temblando ligeramente aun cuando estaba cubierta por su sweater preferido, el mismo que Rob solía robarle de vez en cuando, y mientras pisaba por sobre las piedras meditaba en que si seguía sin dormir como se debía terminaría enferma. Y con el triple trabajo del club nocturno, la granja y las grabaciones, seguro moriría en el intento de llevar una vida técnicamente normal. Se adentró entre los girasoles cuidando de no herirlos al pasar y mientras tomaba un camino cualquiera hacia una de las orillas escuchó claramente una voz. Ahora seguro alucinaba, aunque se fue acercando lo más sigilosa que podía. Lástima que las habilidades de Ariadne ella no las tenía ni por asomo y tropezó antes de salir de golpe de entre las flores al camino lateral. Respiró agitadamente reponiéndose de su propia torpeza hasta quedarse viendo a un chico que ya conocía de antes aunque solo por cosas de grabaciones y nada más, ni siquiera su verdadero nombre conocía.
Un ligero sonrojo se poso en sus mejillas al recordar cierta escena de las grabaciones que la había puesto con los nervios de punta pero intentó no pasar más allá de su personaje. –Eh… conocía los robos de muchas cosas, pero no de girasoles…- comentó vagamente hasta reponerse y frunciendo el ceño. –El corte si debe ir sesgado pero… Podrías llevar castigo si te llevas una de estas sin permiso.- se cruzó de brazos mirándolo con una ceja en alto esperando una explicación. Su vista se clavó unos segundos en el cutter que llevaba y deseó haber llevado el bat que usaba para defensa personal, pero esperaba que no fuera violento, no como lo era su personaje.
Visitar el campo era cosa de todos los días, la calmaba ver el mar amarillo y verde. Pero ese día iba por una razón un poco diferente, la noche anterior había discutido con Robert y se había pasado la noche maldiciendo al mundo y casi lloriqueando por todo lo malo que ocurría. Si, era algo exagerada, pero lo que estaba claro era que necesitaba terapia y que mejor que una que tuviera a sus preciadas flores. Ni estaba segura de porque le gustaban, pero le recordaban a alguien del que no solía hablar con los demás, ni siquiera con su hermano.
Pero basta de recordar a Robert, después de todo era su culpa que estuviera así, no su culpa literal pero aceptar su culpa personal daba dolor de cabeza. Por eso antes de que llegara el amanecer había escapado de su habitación, sin seguir su rutina de despertar a los otros por comida, y se había ido a caminar por los campos que rodeaban la granja en busca del más amarillo y vistoso. Draco había querido acompañarla, pero ella se lo había negado, Rob tardaría unas horas en notar su ausencia así que tenía un tiempo de libertad antes de que la fueran a buscar. Y estaba segura de que el telescopio del balcón era capaz de mostrar lo que ocurría en su preciado campo lleno de girasoles.
El frío de la caminata la hacía ir temblando ligeramente aun cuando estaba cubierta por su sweater preferido, el mismo que Rob solía robarle de vez en cuando, y mientras pisaba por sobre las piedras meditaba en que si seguía sin dormir como se debía terminaría enferma. Y con el triple trabajo del club nocturno, la granja y las grabaciones, seguro moriría en el intento de llevar una vida técnicamente normal. Se adentró entre los girasoles cuidando de no herirlos al pasar y mientras tomaba un camino cualquiera hacia una de las orillas escuchó claramente una voz. Ahora seguro alucinaba, aunque se fue acercando lo más sigilosa que podía. Lástima que las habilidades de Ariadne ella no las tenía ni por asomo y tropezó antes de salir de golpe de entre las flores al camino lateral. Respiró agitadamente reponiéndose de su propia torpeza hasta quedarse viendo a un chico que ya conocía de antes aunque solo por cosas de grabaciones y nada más, ni siquiera su verdadero nombre conocía.
Un ligero sonrojo se poso en sus mejillas al recordar cierta escena de las grabaciones que la había puesto con los nervios de punta pero intentó no pasar más allá de su personaje. –Eh… conocía los robos de muchas cosas, pero no de girasoles…- comentó vagamente hasta reponerse y frunciendo el ceño. –El corte si debe ir sesgado pero… Podrías llevar castigo si te llevas una de estas sin permiso.- se cruzó de brazos mirándolo con una ceja en alto esperando una explicación. Su vista se clavó unos segundos en el cutter que llevaba y deseó haber llevado el bat que usaba para defensa personal, pero esperaba que no fuera violento, no como lo era su personaje.
Ariadne Barma- Miembro de Pandora
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza al verse sorprendido por aquella voz, juraría que estaba completamente solo en aquel extremo de la ciudad, después de todo que clase de loco andaría vagando a esas horas en un lugar tan desolado como ese? Por un momento se resistió a mirar a la que claramente reconocía como una chica, tal vez si la ignoraba lo dejaría en paz y podría seguir con lo suyo. Frunció el ceño sin despegar la vista del punto que tenía planeado cortar, realmente quería llevarse la flor y ahora que había escuchado una advertencia sobre un posible castigo no pudo evitar tachar a esa persona de egoísta.
Después de unos segundos de considerar la posibilidad de cortarla y salir corriendo terminó por dirigir la vista hacia su inesperada acompañante. Lo que era una mirada poco amigable se convirtió en cuestión de segundos en una de clara sorpresa. Incluso se frotó los ojos por inercia pues el topar con la peliroja de su trabajo temporal le parecía tan poco probable que por un momento creyó estar divagando. Y es que no sería la primera vez que la veía donde realmente no estaba, después de las escenas compartidas y el deleite que éstas implicaban le había costado sacársela de la cabeza por unos días. Pero nadie debía enterarse de esos detalles tan confidenciales.
- Solo... quiero llevarlo de paseo... Tu sabes, a conocer el mundo y ese tipo de cosas... - respondió casi por inercia pues sin darse cuenta su atención se había enfocado un poco mas abajo de los hombros de la chica - Necesita... dejar a la familia un rato y... lucirse con nueva... compañía(?) - mordió sus labios y con cutter en mano se sacudió el cabello intentando abandonar pensamientos impropios. Solo que su rostro ya lo delataba sin remedio pero tampoco se detuvo a pensar en algo como eso. Debía suponer que ella era la dueña? No, seguramente se dedicaba a cuidar del terreno, mantenimiento y cosas por el estilo. De cualquier forma no podían darle el gran castigo solo por robarse una flor.
- Hace un bonito día, muy prometedor diría yo… ¿Por qué no vas a… revisar los tulipanes del vecino? – a esas alturas no iba a renunciar a su girasol ideal, volvería al trabajo con ella para alegrarse un poco el día y al terminar sus labores lo llevaría triunfante a casa. Convencido de sus posibilidades de éxito y resignado a privarse de la compañía de la peliroja hizo un rápido corte en el tallo de la flor para llevársela, y tras sacarle la lengua a la supuesta cuidadora o lo que fuera, se echó a correr por su ruta diaria tal cual ladrón. Bueno, efectivamente ya lo era.
Después de unos segundos de considerar la posibilidad de cortarla y salir corriendo terminó por dirigir la vista hacia su inesperada acompañante. Lo que era una mirada poco amigable se convirtió en cuestión de segundos en una de clara sorpresa. Incluso se frotó los ojos por inercia pues el topar con la peliroja de su trabajo temporal le parecía tan poco probable que por un momento creyó estar divagando. Y es que no sería la primera vez que la veía donde realmente no estaba, después de las escenas compartidas y el deleite que éstas implicaban le había costado sacársela de la cabeza por unos días. Pero nadie debía enterarse de esos detalles tan confidenciales.
- Solo... quiero llevarlo de paseo... Tu sabes, a conocer el mundo y ese tipo de cosas... - respondió casi por inercia pues sin darse cuenta su atención se había enfocado un poco mas abajo de los hombros de la chica - Necesita... dejar a la familia un rato y... lucirse con nueva... compañía(?) - mordió sus labios y con cutter en mano se sacudió el cabello intentando abandonar pensamientos impropios. Solo que su rostro ya lo delataba sin remedio pero tampoco se detuvo a pensar en algo como eso. Debía suponer que ella era la dueña? No, seguramente se dedicaba a cuidar del terreno, mantenimiento y cosas por el estilo. De cualquier forma no podían darle el gran castigo solo por robarse una flor.
- Hace un bonito día, muy prometedor diría yo… ¿Por qué no vas a… revisar los tulipanes del vecino? – a esas alturas no iba a renunciar a su girasol ideal, volvería al trabajo con ella para alegrarse un poco el día y al terminar sus labores lo llevaría triunfante a casa. Convencido de sus posibilidades de éxito y resignado a privarse de la compañía de la peliroja hizo un rápido corte en el tallo de la flor para llevársela, y tras sacarle la lengua a la supuesta cuidadora o lo que fuera, se echó a correr por su ruta diaria tal cual ladrón. Bueno, efectivamente ya lo era.
Lanre Drachenblut- sirviente
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Por un segundo tuvo que darse una mirada al notar el cambio en la mirada del chico, estaba bien, su sweater era especial pero que el pusiera expresión de estar viendo un fantasma la hizo sentir por un segundo más bicho raro que de costumbre. Frunció el ceño al escucharlo hablar, se notaba que estaba inventándoselo todo. Tal vez creía que hablaba con una cría cualquiera, pero eso no era ella ni por asomo. Pero volvió a cohibirla al notar que su mirada no estaba precisamente en sus ojos y recordó de nuevo la escena que habían tenido que grabar hace algunos cuantos días.
Iba a maldecirlo por ser un pervertido hasta que el sonrojo en sus mejillas la hizo detener por un segundo su proceso mental y reaccionó nuevamente hasta que la intentó mandar bien lejos de una manera supuestamente agradable. –Los vecinos no tienen tulipanes, y no veo porque tenga que ir a otro campo…- señaló con voz molesta mirándolo aunque esta vez con cautela para no volver a perderse en sus pensamientos nada más tenerlo al frente. Y como si le hubieran dado un golpe vio como su precioso girasol era arrancado de su tallo haciéndola quedar boquiabierta unos segundos. No había creído que se atrevería, pero ya estaba corriendo lejos luego de hacer ese gesto tan infantil que le hizo desear tener su bat cerca.
-¡HEY! ¡No te di permiso de llevarte mi girasol! ¡Ladrón!- nunca había sido buena en actividades físicas que requirieran cruzar largas distancias, así que a pocos pasos de intentar correr se detuvo y agachándose con rapidez le tiró una piedra y luego otra y otra hasta cansarse. Con que una le diera ya tendría tiempo para enseñarle quien mandaba. No sabía porque hacía tanto alboroto, después de todo, todo el campo era suyo. Pero que no hubiera sido capaz de siquiera pedir la flor la tenía más que molesta, porque en resumen, se sentía pasada a llevar y su orgullo en general, como decían las malas lenguas, era tanto o más grande que ese campo. -¡Bastardo! ¡Idiotaaa!- siguió con los gritos e intentos de groserías maldiciendo el momento en que había dejado a Draco lejos de ella. Con el alboroto ahora seguro los animales cercanos despertarían, solo esperaba que Robert no viera lo que estaba pasando o se reiría de ella para toda la vida.
–¡Lanre Drachenblut! ¡Quédate quieto maldita sea!- gritó finalmente respirando agitada, no sabía por qué había hecho eso. Estaba bien no conocer el nombre de tus compañeros de actuación, pero de ahí a llamarlo fuera de escena por el bendito nombre ya era casi una especie de acoso, ¿No?...Ser dueña de un campo de girasoles y no ser capaz de cuidar uno al menos. Realmente, indignante. Por cosas de la vida, Robert y otros la habían apodado de salvaje más de una vez. Justamente ahora, no le sorprendía el adjetivo calificativo...
Iba a maldecirlo por ser un pervertido hasta que el sonrojo en sus mejillas la hizo detener por un segundo su proceso mental y reaccionó nuevamente hasta que la intentó mandar bien lejos de una manera supuestamente agradable. –Los vecinos no tienen tulipanes, y no veo porque tenga que ir a otro campo…- señaló con voz molesta mirándolo aunque esta vez con cautela para no volver a perderse en sus pensamientos nada más tenerlo al frente. Y como si le hubieran dado un golpe vio como su precioso girasol era arrancado de su tallo haciéndola quedar boquiabierta unos segundos. No había creído que se atrevería, pero ya estaba corriendo lejos luego de hacer ese gesto tan infantil que le hizo desear tener su bat cerca.
-¡HEY! ¡No te di permiso de llevarte mi girasol! ¡Ladrón!- nunca había sido buena en actividades físicas que requirieran cruzar largas distancias, así que a pocos pasos de intentar correr se detuvo y agachándose con rapidez le tiró una piedra y luego otra y otra hasta cansarse. Con que una le diera ya tendría tiempo para enseñarle quien mandaba. No sabía porque hacía tanto alboroto, después de todo, todo el campo era suyo. Pero que no hubiera sido capaz de siquiera pedir la flor la tenía más que molesta, porque en resumen, se sentía pasada a llevar y su orgullo en general, como decían las malas lenguas, era tanto o más grande que ese campo. -¡Bastardo! ¡Idiotaaa!- siguió con los gritos e intentos de groserías maldiciendo el momento en que había dejado a Draco lejos de ella. Con el alboroto ahora seguro los animales cercanos despertarían, solo esperaba que Robert no viera lo que estaba pasando o se reiría de ella para toda la vida.
–¡Lanre Drachenblut! ¡Quédate quieto maldita sea!- gritó finalmente respirando agitada, no sabía por qué había hecho eso. Estaba bien no conocer el nombre de tus compañeros de actuación, pero de ahí a llamarlo fuera de escena por el bendito nombre ya era casi una especie de acoso, ¿No?...Ser dueña de un campo de girasoles y no ser capaz de cuidar uno al menos. Realmente, indignante. Por cosas de la vida, Robert y otros la habían apodado de salvaje más de una vez. Justamente ahora, no le sorprendía el adjetivo calificativo...
Ariadne Barma- Miembro de Pandora
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Escuchar los reclamos solo lo hicieron sentir aún mas victorioso o así fue hasta que sintió un golpe seco y muy poco amable directo en la cabeza. Por el tono de su voz estaba seguro de que no iba tras él, así que se giró para mirar hacia atrás y averiguar que había sido aquello que lo atacó. Pero casi al instante recibió otro pequeño golpe en el hombro, notando que eran piedras lo que por lo visto la chica le estaba lanzando sin piedad alguna.
De algo estaba seguro, quedarse y averiguar de que otras cosas era capaz la peliroja definitivamente era mala idea. Sin dejar de mirarla con sorpresa y un poco de indignación comenzó a retroceder para seguir con su plan de escape, alzó la flor y se "despidió" haciendo uso de ésta, confiando en que las pedradas se detendrían ante la posibilidad de dañar el pintoresco girasol. Lamentablemente avanzar en reversa no era lo suyo y si quería alejarse pronto de ahi necesitaría correr. O tal vez no? a fin de cuentas la persecución había terminado casi al instante, comprobando la poca voluntad de "la jardinera" por recuperar la flor o por reprenderlo por el pacífico préstamo.
Listo para abandonar el lugar se dispuso a retomar la retirada, pero por segunda vez se detuvo, ésta vez por escuchar el nombre que tantas complicaciones parecía dar a sus compañeros de trabajo temporal. Aunque no le extrañaba del todo que ella lo recordara sin trabarse en el proceso, prácticamente era la actriz con quien había estado trabajando el 90% del tiempo. -¿Lanre? - Negó rotundamente fingiendo una gran decepción - No vino a trabajar! Gusta dejarle algún recado?? - respondió alzando la voz para que lo escuchara sin problema. Poco faltó para que se tirara al suelo a retorcerse de la risa, incluso se sentía tentado a regresar hasta ella y simular tomar nota de sus palabras. De no haber sido por las rocas voladoras muy probablemente lo habría hecho, pero por lo pronto solo detendría su andar para disfrutar de su reacción.
De algo estaba seguro, quedarse y averiguar de que otras cosas era capaz la peliroja definitivamente era mala idea. Sin dejar de mirarla con sorpresa y un poco de indignación comenzó a retroceder para seguir con su plan de escape, alzó la flor y se "despidió" haciendo uso de ésta, confiando en que las pedradas se detendrían ante la posibilidad de dañar el pintoresco girasol. Lamentablemente avanzar en reversa no era lo suyo y si quería alejarse pronto de ahi necesitaría correr. O tal vez no? a fin de cuentas la persecución había terminado casi al instante, comprobando la poca voluntad de "la jardinera" por recuperar la flor o por reprenderlo por el pacífico préstamo.
Listo para abandonar el lugar se dispuso a retomar la retirada, pero por segunda vez se detuvo, ésta vez por escuchar el nombre que tantas complicaciones parecía dar a sus compañeros de trabajo temporal. Aunque no le extrañaba del todo que ella lo recordara sin trabarse en el proceso, prácticamente era la actriz con quien había estado trabajando el 90% del tiempo. -¿Lanre? - Negó rotundamente fingiendo una gran decepción - No vino a trabajar! Gusta dejarle algún recado?? - respondió alzando la voz para que lo escuchara sin problema. Poco faltó para que se tirara al suelo a retorcerse de la risa, incluso se sentía tentado a regresar hasta ella y simular tomar nota de sus palabras. De no haber sido por las rocas voladoras muy probablemente lo habría hecho, pero por lo pronto solo detendría su andar para disfrutar de su reacción.
Lanre Drachenblut- sirviente
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Las piedras habían logrado llamar la atención del ladrón, pero ¿Sería eso suficiente para recuperar su girasol o obtener al menos una petición de perdón de parte de ese castaño? Lo dudaba, algo le decía que difícilmente él le daría lo que ella quería y eso la enojaba más. Por su mente pasaban escenas de sangre y tortura, muchas de las cuales nunca iba a llevar a cabo por sus propias limitaciones y por su vaguedad conocida y reconocida por los que alguna vez habían tenido la desdicha de tratar con ella.
Cuando se dignó a girarse hacia ella y vio como movía en forma notoriamente burlesca el bello girasol no pudo evitar enviarle otras tres o cuatro piedras, aunque cuidando de que llegaran a algún lugar bajo y no precisamente a la bella flor. –Bastardo…- gruñó entre dientes una de las maldiciones que más usaba. No se le ocurría manera alguna de perseguir a un hombre, que claramente estaba en buen estado físico, en buen estado también en otras cosas que mejor no mencionaría o se distraería de sus pensamientos.
Al parecer llamarlo había servido de algo, pero algo tarde se dio cuenta de que el servicio mayor que había logrado era que volviera a burlarse de ella y con las mejillas rojas de la v vergüenza, ¿O sería de la ira? Apretó los puños enojada apuntándole con el dedo. –¡Todo es tu culpa! ¡Dile que lo haré sufrir en las grabaciones!- normalmente no mezclaba cosas del trabajo con la vida privada, por el simple hecho de no querer traerse más problemas que de costumbre, pero justo ahora le había valido completamente aunque había dicho una gran mentira en el camino. Al ver que se quedaba quieto pensó que podría ser su oportunidad y se acercó caminando con cautela.
-¿Acaso te costaba mucho pedirlo como gente normal?- preguntó aun con el ceño fruncido y sin dejar de caminar hacia él, estaba casi segura de que en cualquier minuto lo vería corriendo hasta el fin del mundo y ya le perdería el rastro. Definitivamente le hacía falta un medio de transporte, aunque seguro Robert la mataría cuando supiera cual era el que había llamado su atención, negó con la cabeza meditando en la idea de que la descubriera antes de tiempo y en el enojo y regaño que se iba a llevar, pero era mejor no perder de vista al ladrón. –¿Cuál… Cuál es tu nombre, Señor secretario de Drachenblut?- necesitaba tiempo y distraer a su interlocutor, al menos acercarse lo suficiente para sentir que había luchado al menos por su bendito girasol. Y cuando estuvo solo a unos pasos dejó de caminar esperando no espantarlo antes de tiempo. Quien iba a creerle eso, luego de todas las piedras que había tirado, dudaba que el tipo le volviera a hablar con normalidad sin mirarla con algo de recelo.
Cuando se dignó a girarse hacia ella y vio como movía en forma notoriamente burlesca el bello girasol no pudo evitar enviarle otras tres o cuatro piedras, aunque cuidando de que llegaran a algún lugar bajo y no precisamente a la bella flor. –Bastardo…- gruñó entre dientes una de las maldiciones que más usaba. No se le ocurría manera alguna de perseguir a un hombre, que claramente estaba en buen estado físico, en buen estado también en otras cosas que mejor no mencionaría o se distraería de sus pensamientos.
Al parecer llamarlo había servido de algo, pero algo tarde se dio cuenta de que el servicio mayor que había logrado era que volviera a burlarse de ella y con las mejillas rojas de la v vergüenza, ¿O sería de la ira? Apretó los puños enojada apuntándole con el dedo. –¡Todo es tu culpa! ¡Dile que lo haré sufrir en las grabaciones!- normalmente no mezclaba cosas del trabajo con la vida privada, por el simple hecho de no querer traerse más problemas que de costumbre, pero justo ahora le había valido completamente aunque había dicho una gran mentira en el camino. Al ver que se quedaba quieto pensó que podría ser su oportunidad y se acercó caminando con cautela.
-¿Acaso te costaba mucho pedirlo como gente normal?- preguntó aun con el ceño fruncido y sin dejar de caminar hacia él, estaba casi segura de que en cualquier minuto lo vería corriendo hasta el fin del mundo y ya le perdería el rastro. Definitivamente le hacía falta un medio de transporte, aunque seguro Robert la mataría cuando supiera cual era el que había llamado su atención, negó con la cabeza meditando en la idea de que la descubriera antes de tiempo y en el enojo y regaño que se iba a llevar, pero era mejor no perder de vista al ladrón. –¿Cuál… Cuál es tu nombre, Señor secretario de Drachenblut?- necesitaba tiempo y distraer a su interlocutor, al menos acercarse lo suficiente para sentir que había luchado al menos por su bendito girasol. Y cuando estuvo solo a unos pasos dejó de caminar esperando no espantarlo antes de tiempo. Quien iba a creerle eso, luego de todas las piedras que había tirado, dudaba que el tipo le volviera a hablar con normalidad sin mirarla con algo de recelo.
Ariadne Barma- Miembro de Pandora
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Alzó la vista al cielo meditando un poco en la pregunta - Depende de... a que te refieras con "gente normal" ¿no crees? - le regresó una sonrisa y retrocedió un poco al notar que avanzaba nuevamente hacia el. Obviamente no regresaría la flor, si ese era su objetivo estaba muy equivocada. Dedicó unos segundos a disfrutar del girasol y tras pensarlo un poco llegó a la conclusión de que llevar solo uno era un desperdicio, tenía que desquitar las pedradas recibidas.
- Me temo que no soy Señor, ni secretario... - respondió tranquilamente enfocando la vista en su agresora, pero avanzando a paso lento directo al campo de girasoles. - Sería mas interesante si lo averiguaras por tu cuenta, pero como prefiero evitar sobrenombres sin sentido... dejémoslo en Lúgh - asintió orgulloso y se quedó quieto junto a la inmensidad de flores amarillas. -¿Puedo saber el suyo, Señorita jardinera agresiva? prometo no gastarlo mucho, a menos que usted pida "amablemente" que lo repita con insistencia... - le guiñó un ojo al tiempo que una pícara sonrisa se dibujaba en su rostro. Sabía que en público no se animaría a cobrarle las bromas, así que mientras de momento no lo alcanzara, no tenía que preocuparse por posibles cachetadas o similares.
Una vez mas sacó el cutter intentando no ser muy obvio. Si su plan funcionaba, tendría con que decorar el departamento, no solo el aburrido taller. Pero debía ir con cuidado, no fuera a ser que por mala suerte la chica topara con una piedra mas grande, o algo peligroso para lanzar. Aunque una vez dentro del campo de flores, le sería mas fácil perderla de vista. Lástima, tendría que esperar a retomar su segundo empleo para poder coincidir con ella.
- Me temo que no soy Señor, ni secretario... - respondió tranquilamente enfocando la vista en su agresora, pero avanzando a paso lento directo al campo de girasoles. - Sería mas interesante si lo averiguaras por tu cuenta, pero como prefiero evitar sobrenombres sin sentido... dejémoslo en Lúgh - asintió orgulloso y se quedó quieto junto a la inmensidad de flores amarillas. -¿Puedo saber el suyo, Señorita jardinera agresiva? prometo no gastarlo mucho, a menos que usted pida "amablemente" que lo repita con insistencia... - le guiñó un ojo al tiempo que una pícara sonrisa se dibujaba en su rostro. Sabía que en público no se animaría a cobrarle las bromas, así que mientras de momento no lo alcanzara, no tenía que preocuparse por posibles cachetadas o similares.
Una vez mas sacó el cutter intentando no ser muy obvio. Si su plan funcionaba, tendría con que decorar el departamento, no solo el aburrido taller. Pero debía ir con cuidado, no fuera a ser que por mala suerte la chica topara con una piedra mas grande, o algo peligroso para lanzar. Aunque una vez dentro del campo de flores, le sería mas fácil perderla de vista. Lástima, tendría que esperar a retomar su segundo empleo para poder coincidir con ella.
Lanre Drachenblut- sirviente
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
-Si... Digo, no... Como sea- negó con la cabeza intentando volver a pensar con normalidad. ¿Era su idea o se había quedado embobada al ver esa sonrisa? ¿Qué era lo que le estaba pasando? Se preguntó frunciendo el ceño con enojo, seguro el no dormir de nuevo le estaba haciendo más daño del necesario. Así que intento olvidar que por un segundo le había respondido con una sonrisa bastante idiota y siguió avanzando lentamente para acercársele, ya sin piedras en la mano. Sabía que no podía contra él, ni contra su muy posible rapidez para correr, pero aún así la terquedad era un rasgo familiar muy presente en ella y por lo mismo seguía intentando obtener algo que ni siquiera estaba segura de saber que era.
De nuevo se estaba acercando a sus muy preciados girasoles, que clase de loco era y por qué no se daba cuenta de que robar flores estaba más que mal, su ceño fruncido ya parecía parte común en su rostro mientras se le seguía acercando y escuchando su respuesta. Un paso a la vez, intentó decirse para no espantarlo antes de tiempo. -¿Lúgh? Suena a Lúcuma... ¿Es para que te digan Lu-chan?- preguntó sin poder evitar hacer una de sus malas bromas mezcladas con una fina ironía. Y se maldijo internamente por hablar de más. Lo que la hizo enojar esta vez fue que la confundiera con una simple jardinera, sin ánimos de ofender a Dante donde quiera que estuviese.
Y encima tenía el atrevimiendo de coquetear con ella, si ese guiño significaba algo parecido, al menos sus palabras habían logrado que una parte que solía mantener bien oculta en su mente terminara por despertar. Intentó alejar los pensamientos llenos de perversas ideas y le respondió al fin. -Lúcuma-chan, Idiota... Que todo el bendito campo sea mío no me hace jardinera.- señaló claramente molesta aunque dudaba de tener una razón lo suficientemente grande para enfadarse, pero ya que le era común, no importaba.
Estaba medio ciega pero no era idiota y podía percibir que el tal Lúgh ahora quería algo más que un girasol, y si los seguía robando ella sentiría como le arrancaban un pedazo de si misma. Prefería regalarlos antes de que se los quitaran así nada más. No era tan tacaña después de todo, aunque el dinero si que le agradaba. Intentó concentrarse nuevamente en la conversación y se acercó hasta quedar a casi tres o cuatro pasos de distancia. -Soy Joh, es decir, Sam. No robes ni gastes mi nombre a menos que aprendas a pronunciarlo como me gusta.- en un acto completamente infantil le sacó la lengua. -Si quieres llevarte más de uno solo tienes que pedirlo... Pero tendrás que pagarlos.- estiró la mano para tocar por unos segundos una de las verdes hojas del girasol que tenía más cerca y por un instante se perdió en algunos recuerdos sonriendo de nuevo como boba.
De nuevo se estaba acercando a sus muy preciados girasoles, que clase de loco era y por qué no se daba cuenta de que robar flores estaba más que mal, su ceño fruncido ya parecía parte común en su rostro mientras se le seguía acercando y escuchando su respuesta. Un paso a la vez, intentó decirse para no espantarlo antes de tiempo. -¿Lúgh? Suena a Lúcuma... ¿Es para que te digan Lu-chan?- preguntó sin poder evitar hacer una de sus malas bromas mezcladas con una fina ironía. Y se maldijo internamente por hablar de más. Lo que la hizo enojar esta vez fue que la confundiera con una simple jardinera, sin ánimos de ofender a Dante donde quiera que estuviese.
Y encima tenía el atrevimiendo de coquetear con ella, si ese guiño significaba algo parecido, al menos sus palabras habían logrado que una parte que solía mantener bien oculta en su mente terminara por despertar. Intentó alejar los pensamientos llenos de perversas ideas y le respondió al fin. -Lúcuma-chan, Idiota... Que todo el bendito campo sea mío no me hace jardinera.- señaló claramente molesta aunque dudaba de tener una razón lo suficientemente grande para enfadarse, pero ya que le era común, no importaba.
Estaba medio ciega pero no era idiota y podía percibir que el tal Lúgh ahora quería algo más que un girasol, y si los seguía robando ella sentiría como le arrancaban un pedazo de si misma. Prefería regalarlos antes de que se los quitaran así nada más. No era tan tacaña después de todo, aunque el dinero si que le agradaba. Intentó concentrarse nuevamente en la conversación y se acercó hasta quedar a casi tres o cuatro pasos de distancia. -Soy Joh, es decir, Sam. No robes ni gastes mi nombre a menos que aprendas a pronunciarlo como me gusta.- en un acto completamente infantil le sacó la lengua. -Si quieres llevarte más de uno solo tienes que pedirlo... Pero tendrás que pagarlos.- estiró la mano para tocar por unos segundos una de las verdes hojas del girasol que tenía más cerca y por un instante se perdió en algunos recuerdos sonriendo de nuevo como boba.
Ariadne Barma- Miembro de Pandora
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Sin darse cuenta había terminado por meditar en cual de esos apodos sonaba mas ridículo. No tenía idea de que era una lúcuma pero Lu-chan sonaba en extremo empalagoso para su gusto, si algo como eso llegaba a oídos de su hermana sería su perdición. Ya se había enfrascado en visualizar lo vergonzoso que resultaría ser llamado de esa forma en público cuando la escuchó afirmar algo que no le había pasado por la mente.
-¿En serio es un campo bendito? - preguntó fingiendo sorpresa - Vaya, eso es algo que no se ve todos los días, hay que admitirlo... - asintió despreocupado con la flor sobre el hombro. Por un instante había olvidado su nuevo plan pero en cuanto lo recordó puso nuevamente el pie dentro del campo. A esas alturas sus intenciones ya eran mas que obvias pero aunque perder el factor sorpresa restaba un poco de diversión, el objetivo seguía siendo prometedor.
Aunque verla cada vez mas cerca empezaba a lucir complicado... - Sam... - repitió por inercia asimilando el nombre - Pues si tanto te interesa que lo pronuncie como se debe... tendrás que invertir tu tiempo en enseñarme~ estuvo a punto de sonreír nuevamente con descaro al observar su infantil reacción y por un momento se quedó realmente maravillado ante la posibilidad de poder llevar infinitos girasoles por infinitos días... pero no, el término "pagar" siempre terminaba por arruinar sus ilusiones por simples que fueran.
- Avara... - alcanzó a murmurar con expresión depresiva en el rostro antes de colarse nuevamente en el pintoresco campo de flores. Y aunque inicialmente su idea era escabullirse rápidamente terminó por avanzar a paso lento, perdido un poco en los pensamientos poco motivadores que le generaba el pensar en su economía. Suspiró con algo de fastidio y sacando el filo del cutter volvió hacia atrás la mirada buscando a su amable anfitriona. Lo seguiría, de eso estaba seguro pero ya pocos ánimos tenía de correr, a fin de cuentas... ¿qué daño podía hacerle una niña?
-¿En serio es un campo bendito? - preguntó fingiendo sorpresa - Vaya, eso es algo que no se ve todos los días, hay que admitirlo... - asintió despreocupado con la flor sobre el hombro. Por un instante había olvidado su nuevo plan pero en cuanto lo recordó puso nuevamente el pie dentro del campo. A esas alturas sus intenciones ya eran mas que obvias pero aunque perder el factor sorpresa restaba un poco de diversión, el objetivo seguía siendo prometedor.
Aunque verla cada vez mas cerca empezaba a lucir complicado... - Sam... - repitió por inercia asimilando el nombre - Pues si tanto te interesa que lo pronuncie como se debe... tendrás que invertir tu tiempo en enseñarme~ estuvo a punto de sonreír nuevamente con descaro al observar su infantil reacción y por un momento se quedó realmente maravillado ante la posibilidad de poder llevar infinitos girasoles por infinitos días... pero no, el término "pagar" siempre terminaba por arruinar sus ilusiones por simples que fueran.
- Avara... - alcanzó a murmurar con expresión depresiva en el rostro antes de colarse nuevamente en el pintoresco campo de flores. Y aunque inicialmente su idea era escabullirse rápidamente terminó por avanzar a paso lento, perdido un poco en los pensamientos poco motivadores que le generaba el pensar en su economía. Suspiró con algo de fastidio y sacando el filo del cutter volvió hacia atrás la mirada buscando a su amable anfitriona. Lo seguiría, de eso estaba seguro pero ya pocos ánimos tenía de correr, a fin de cuentas... ¿qué daño podía hacerle una niña?
Lanre Drachenblut- sirviente
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
No sabía como iba a detenerlo y luego su mente se puso a meditar sobre todos los posibles animales que le pertenecían y que podrían haberla ayudado, al menos Draco hubiera sido útil. El podría capturarlo de un zarpazo, poco amable, pero para un ladrón no debería tener amabilidad. Al menos eso se podría decir. Le gruñó luego de sacarle la lengua, tal como hacía su hermano a veces al escuchar su propuesta. -Tiempo tengo pero de lo que estoy segura es que no tengo paciencia para enseñar... Te ganarías otros tantos golpes.- señaló aún meditando en que hacer para distraerlo y que no se llevara su querido girasol, o que al menos no le robara más de uno.
-¡No soy avara! Además... No pensaba pedirte precisamente dinero...- susurró por lo bajo viéndolo desaparecer en el campo de verde y amarillo. -¡¿Lúgh?!- Negó con la cabeza más que molesta otra vez, ¿Que pensaba ignorarla toda la vida? Su altura no era tanta como para ver todo el campo desde ahí, pero sabía como moverse una vez dentro pues solo tenía que seguir con la vista el gran árbol de en medio.
Pero estaba perdiendo mucho tiempo meditando y así no recuperaría ni su orgullo ni su flor, dio una mirada a la Granja que se veía a lo lejos y entró ya sin dudarlo con unas piedras en las manos. Él tenía un afilado cutter, ella necesitaba algo para defenderse y para defender su querido campo. Y mientras pasaba por entre las flores suspiró recordando las otras veces que se había escapado de su mismo hermano por el lugar, siempre orgullosa de poder recorrerlo sin perderse. Algo de sentido de orientación tenía, la única habilidad que poseía porque para todo lo demás que fuera actividad física era tan torpe que deprimía. Bueno, no para todo, pero mejor no distraerse en esos grandes detalles.
Se detuvo obligada por el primer tropezón y se le escaparon por los labios una sarta de maldiciones no aptas para una señorita, pero ella era "especial". Luego de recobrar el aliento elevó la voz. -¡Lu-chan! Podemos conversar de los pagos... ¡T-te vas a perder entre tanto girasol! Y no pienso salvarte si aparece algun bicho raro.- señaló recordando algunos bichos que había encontrado en ese campo y que prefería no recordar. Recogió las piedras que había dejado tiradas con el tropezón y ya firmemente de pie se quedó callada intentando escuchar una respuesta o pasos, y cuando percibió por el ruido que unas hojas se movían a unos pasos se encaminó en esa dirección.
-¡No soy avara! Además... No pensaba pedirte precisamente dinero...- susurró por lo bajo viéndolo desaparecer en el campo de verde y amarillo. -¡¿Lúgh?!- Negó con la cabeza más que molesta otra vez, ¿Que pensaba ignorarla toda la vida? Su altura no era tanta como para ver todo el campo desde ahí, pero sabía como moverse una vez dentro pues solo tenía que seguir con la vista el gran árbol de en medio.
Pero estaba perdiendo mucho tiempo meditando y así no recuperaría ni su orgullo ni su flor, dio una mirada a la Granja que se veía a lo lejos y entró ya sin dudarlo con unas piedras en las manos. Él tenía un afilado cutter, ella necesitaba algo para defenderse y para defender su querido campo. Y mientras pasaba por entre las flores suspiró recordando las otras veces que se había escapado de su mismo hermano por el lugar, siempre orgullosa de poder recorrerlo sin perderse. Algo de sentido de orientación tenía, la única habilidad que poseía porque para todo lo demás que fuera actividad física era tan torpe que deprimía. Bueno, no para todo, pero mejor no distraerse en esos grandes detalles.
Se detuvo obligada por el primer tropezón y se le escaparon por los labios una sarta de maldiciones no aptas para una señorita, pero ella era "especial". Luego de recobrar el aliento elevó la voz. -¡Lu-chan! Podemos conversar de los pagos... ¡T-te vas a perder entre tanto girasol! Y no pienso salvarte si aparece algun bicho raro.- señaló recordando algunos bichos que había encontrado en ese campo y que prefería no recordar. Recogió las piedras que había dejado tiradas con el tropezón y ya firmemente de pie se quedó callada intentando escuchar una respuesta o pasos, y cuando percibió por el ruido que unas hojas se movían a unos pasos se encaminó en esa dirección.
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
¿Conversar sobre pagos? Sin duda eran sus flores favoritas, pero el que alguien quisiera estafarlo haciendo negocios con ellas no dejaba de sonar cruel y despiadado. Así que aunque se ya se había detenido a analizar por unos segundos la posibilidad, decidió seguir avanzando entre las plantas intentando no terminar muy norteado como para volver a encontrar la salida.
- Descuida, no soy tan nena como para salir corriendo despavorido por topar con unos bichos atascados de relleno cremoso! - respondió alzando la voz para no pasar desapercibido y al hacerlo nuevamente había detenido sus pasos - Además, los girasoles no pueden ser infinitos, tarde o temprano saldría de aquí. Puede que no por donde llegué, pero saldría a... algún lado, espero... - terminó hablando para si mismo avanzando a paso lento para no terminar embarrado en el suelo.
Después de unos minutos ya había empezado a tararear algún intento de cancioncilla y, con cutter en mano, se sentó tranquilamente en el reducido espacio que le dejaban los tallos. Desde abajo le parecían aún mas imponentes y de paso mas apetitosos. No es que pensara en comerlos, pero por la hora comenzaba a sentir mas hambre de la que su estómago estaba dispuesto a callar. Después de unos minutos de observación se incorporó y tras dar un paso mas hacia adelante, cortó con cuidado otro par de girasoles. Al terminar se giró rápidamente hacia un costado, por donde le pareció escuchar movimiento de las hojas. Con cuidado se echó las flores al hombro y como si se tratara de una bazooka apuntó con los extremos de los tallos en dirección de la mancha rojiza que ya alcanzaba a ver entre las flores - Sam-chan a la vista... - la siguió unos segundos con la vista y su falsa arma sin moverse de su lugar - Shoot me~Wake up! canturreó por lo bajo al mismo tiempo que simulaba disparar en su dirección.
- Descuida, no soy tan nena como para salir corriendo despavorido por topar con unos bichos atascados de relleno cremoso! - respondió alzando la voz para no pasar desapercibido y al hacerlo nuevamente había detenido sus pasos - Además, los girasoles no pueden ser infinitos, tarde o temprano saldría de aquí. Puede que no por donde llegué, pero saldría a... algún lado, espero... - terminó hablando para si mismo avanzando a paso lento para no terminar embarrado en el suelo.
Después de unos minutos ya había empezado a tararear algún intento de cancioncilla y, con cutter en mano, se sentó tranquilamente en el reducido espacio que le dejaban los tallos. Desde abajo le parecían aún mas imponentes y de paso mas apetitosos. No es que pensara en comerlos, pero por la hora comenzaba a sentir mas hambre de la que su estómago estaba dispuesto a callar. Después de unos minutos de observación se incorporó y tras dar un paso mas hacia adelante, cortó con cuidado otro par de girasoles. Al terminar se giró rápidamente hacia un costado, por donde le pareció escuchar movimiento de las hojas. Con cuidado se echó las flores al hombro y como si se tratara de una bazooka apuntó con los extremos de los tallos en dirección de la mancha rojiza que ya alcanzaba a ver entre las flores - Sam-chan a la vista... - la siguió unos segundos con la vista y su falsa arma sin moverse de su lugar - Shoot me~Wake up! canturreó por lo bajo al mismo tiempo que simulaba disparar en su dirección.
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Off: Tu quierestentarmeatacarme (?) con esa canción? ~
Gruñó entredientes al fin escuchando una respuesta de su parte. Y que respuesta, pues le recordaba a los bichos cremosos que habían tenido que usar en las grabaciones. -Este campo es infinito... Si caminas en... ¿Círculos?- comentó en voz alta ya cansada de buscar, pero al menos escuchando la voz podía decir que lograría alcanzarlo algún día. Si es que dejaba de tropezar con cualquiera de las plantas del lugar. Y de pronto el chico se había callado, eso si era preocupante, así que aceleró el paso hasta que pudo escuchar su murmullo. Sam-chan...
¡¿Qué clase de apodo homosexual era ese?! -¡Sam a secas suena mejor!- señaló casi corriendo el último tramo para no perder el rastro de su voz, pero como la torpeza era algo que ya no sabía si le venía en la sangre, o era herencia de familia, y terminó tropezando cuando ya veía el cabello café del chico entre las ramas.
Fue tan solo un segundo entre ver que tenía más de uno de sus girasoles y que son estos le apuntaban, mientras perdía del todo el equilibro y caía hacia el frente dándose un golpe nada amable contra los tallos recién cortados, cerró los ojos con fuerza esperando el golpe aún más doloroso que se plantaría contra el sueño o contra más de sus girasoles, pero en vez de eso aun seguía... sin dar de lleno contra las ramas verdes. Abrió los ojos sorprendida a la nueva escena que se le presentaba y maldiciendo su propia torpeza frunció el ceño con las mejillas empezando a colorearse de ira.
-¡T-te atrapé!- Bueno, no era la frase más inteligente que podía decir, y seguro tenía todas las piernas tan magulladas que le costaría caminar, pero estaba claro que esta vez no se le escaparía tan fácil y se vengaría de los girasoles que había recortado en el camino.-¡¡Ladrón!!- dictaminó enojada mirándolo. Se acomodó donde había quedado tirada en el piso y le apuntó con un dedo en la frente clavándole su uña un segundo.
¡¿Qué clase de apodo homosexual era ese?! -¡Sam a secas suena mejor!- señaló casi corriendo el último tramo para no perder el rastro de su voz, pero como la torpeza era algo que ya no sabía si le venía en la sangre, o era herencia de familia, y terminó tropezando cuando ya veía el cabello café del chico entre las ramas.
Fue tan solo un segundo entre ver que tenía más de uno de sus girasoles y que son estos le apuntaban, mientras perdía del todo el equilibro y caía hacia el frente dándose un golpe nada amable contra los tallos recién cortados, cerró los ojos con fuerza esperando el golpe aún más doloroso que se plantaría contra el sueño o contra más de sus girasoles, pero en vez de eso aun seguía... sin dar de lleno contra las ramas verdes. Abrió los ojos sorprendida a la nueva escena que se le presentaba y maldiciendo su propia torpeza frunció el ceño con las mejillas empezando a colorearse de ira.
-¡T-te atrapé!- Bueno, no era la frase más inteligente que podía decir, y seguro tenía todas las piernas tan magulladas que le costaría caminar, pero estaba claro que esta vez no se le escaparía tan fácil y se vengaría de los girasoles que había recortado en el camino.-¡¡Ladrón!!- dictaminó enojada mirándolo. Se acomodó donde había quedado tirada en el piso y le apuntó con un dedo en la frente clavándole su uña un segundo.
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
En un acto inconsciente soltó las flores al notar que en cuestión de segundos tendría visita inevitable, y automáticamente extendió los brazos en un intento muy poco exacto de cachar a su perseguidora. De haber tenido el tiempo suficiente para analizar la situación probablemente la habría dejado caer a su suerte para poder escabullirse y darse a la fuga, pero obviamente no era el caso y simplemente dejó que su cuerpo hiciera el trabajo sin consultarlo con sus neuronas, obteniendo como resultado un duro encuentro con el suelo, fiel amante de los girasoles que ahora podía apreciar desde una perspectiva muy poco usual.
El golpe lo dejó un tanto desconcertado, sabía que tenía a la peliroja parcialmente encima pero de momento su mente se encontraba en pausa, fascinado con la pintoresca escena de los altos girasoles, y arriba de ellos, el cielo y una que otra nube rondando. Y habría seguido disfrutando de aquello si no fuera por la infantil agresión de un dedo ajeno hacia su frente, combinado con una voz que se empeñaba en reclamar por las flores cortadas.
-Solo las tomaré prestadas, las regresaré cuando se conviertan en sapos... - respondió aún medio perdido en su apreciación y sin inmutarse por seguir tirado sobre la tierra. O así fue hasta que recordó las flores que llevaba en las manos minutos antes de la caída y que obviamente ya no sostenía. - Mis girasoles!!! - exclamó casi con espanto y sujetó con fuerza los hombros de la dueña para removerla un poco y poder sentarse y buscar con la vista sus pequeñas y nuevas compañeras de trabajo. - Son mías, no te atrevas a separarlas de mí! - le advirtió con un ligero toque de sentimentalismo, aferrado a su mirada e ignorando por completo el hecho de que las había robado y no se encontraba en posición de reclamarlas.
El golpe lo dejó un tanto desconcertado, sabía que tenía a la peliroja parcialmente encima pero de momento su mente se encontraba en pausa, fascinado con la pintoresca escena de los altos girasoles, y arriba de ellos, el cielo y una que otra nube rondando. Y habría seguido disfrutando de aquello si no fuera por la infantil agresión de un dedo ajeno hacia su frente, combinado con una voz que se empeñaba en reclamar por las flores cortadas.
-Solo las tomaré prestadas, las regresaré cuando se conviertan en sapos... - respondió aún medio perdido en su apreciación y sin inmutarse por seguir tirado sobre la tierra. O así fue hasta que recordó las flores que llevaba en las manos minutos antes de la caída y que obviamente ya no sostenía. - Mis girasoles!!! - exclamó casi con espanto y sujetó con fuerza los hombros de la dueña para removerla un poco y poder sentarse y buscar con la vista sus pequeñas y nuevas compañeras de trabajo. - Son mías, no te atrevas a separarlas de mí! - le advirtió con un ligero toque de sentimentalismo, aferrado a su mirada e ignorando por completo el hecho de que las había robado y no se encontraba en posición de reclamarlas.
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
El descaro tenía nombre, aunque aún desconocía el apellido de Lu-chan, ya sabía que Lúgh era el descarado más grande. ¡¿Cómo que llamarlos sus girasoles? -Ajá, tus girasoles. Si, claro.- frunció el ceño y apretó los puños sin quitarse de encima del chico, en cuanto lo dejara suelto perdería la dignidad y también a sus girasoles y solo por no dar la suficiente pelea. -Son mías. Todas y cada una de ellas.- replicó mirándolo fijamente.
Y como era inevitable, terminó perdiéndose de nueva cuenta en sus orbes. Tragó saliva con dificultad intentando salir del trance y cuando lo logró, volvió a su expresión ceñuda alzando una mano, aunque esta en vez de golpearlo en la cabeza lo tomó casi de la barbilla enterrándole los dedos en las mandíbulas. -Eres exageradamente melodramático, ¿Sabías?- le gruñó, aunque sabía que ella era del mismo tipo de persona dramática. Pero, luego de unos segundos de observación encontró más divertido comenzar a mover los dedos y ver de qué forma cambiaban los labios del chico de posición mientras ella los presionaba de cerca de las comisuras para que se ensancharan o se fueran uniendo al medio en forma ovalada vertical. Sonrió divertida como si hubiera encontrado juguete nuevo sin apartar su vista de la boca ajena.
-Si fueras un poco más respetuoso hubieras pedido las plantas, en vez de robarlas frente a mi.- comentó ya más calmada de su ira. Le soltó entonces las fauces mirando a su alrededor para tomar las varas con los girasoles cortados, de todos modos ya no servirían en el campo, tenía que llevarlas a un lugar y ponerlas en agua. -Te daré éstas gratis, para que veas que si puedo ser bondadosa Lu-chan- pronunció su nuevo apodo y luego lentamente, y con algo de reticencia, por culpa del dolor que ya comenzaba a sentir en las piernas, se le quitó de encima quedando a un lado antes de subir el rostro para ver las largas varas verdes con centellantes flores amarillas decorando el azul cielo. Después de todo, no podía culparlo porque le gustaran esas flores, a ella también le agradaban. Por algo las plantaban en ese campo y se llenaba de las mismas.
-Una duda, ¿Dónde piensas ponerlas?- preguntó entonces, dejando a su curiosidad innata fluir como siempre, mirándolo de nueva cuenta y preguntándose en qué lugar viviría, aunque preguntar algo como eso se podía malentender, y aunque fueran compañeros de trabajo, estaban lejos de ser tan amigos para compartir ese tipo de confidencias. Aunque claro, la injusticia nacía de que él, aunque le interesara o no, ya sabía de donde era ella. Y ella, pues… No tenía ni la menor idea de donde vivía el actor en sus tiempos libres. Y la curiosidad que sentía tanto por el paradero de sus ya ex-girasoles se iba haciendo tan grande como el interés que le provocaba el castaño desde que lo había visto en las grabaciones, aunque aun se muriera de vergüenza recordando ciertos detalles no aptos para menores.
Y como era inevitable, terminó perdiéndose de nueva cuenta en sus orbes. Tragó saliva con dificultad intentando salir del trance y cuando lo logró, volvió a su expresión ceñuda alzando una mano, aunque esta en vez de golpearlo en la cabeza lo tomó casi de la barbilla enterrándole los dedos en las mandíbulas. -Eres exageradamente melodramático, ¿Sabías?- le gruñó, aunque sabía que ella era del mismo tipo de persona dramática. Pero, luego de unos segundos de observación encontró más divertido comenzar a mover los dedos y ver de qué forma cambiaban los labios del chico de posición mientras ella los presionaba de cerca de las comisuras para que se ensancharan o se fueran uniendo al medio en forma ovalada vertical. Sonrió divertida como si hubiera encontrado juguete nuevo sin apartar su vista de la boca ajena.
-Si fueras un poco más respetuoso hubieras pedido las plantas, en vez de robarlas frente a mi.- comentó ya más calmada de su ira. Le soltó entonces las fauces mirando a su alrededor para tomar las varas con los girasoles cortados, de todos modos ya no servirían en el campo, tenía que llevarlas a un lugar y ponerlas en agua. -Te daré éstas gratis, para que veas que si puedo ser bondadosa Lu-chan- pronunció su nuevo apodo y luego lentamente, y con algo de reticencia, por culpa del dolor que ya comenzaba a sentir en las piernas, se le quitó de encima quedando a un lado antes de subir el rostro para ver las largas varas verdes con centellantes flores amarillas decorando el azul cielo. Después de todo, no podía culparlo porque le gustaran esas flores, a ella también le agradaban. Por algo las plantaban en ese campo y se llenaba de las mismas.
-Una duda, ¿Dónde piensas ponerlas?- preguntó entonces, dejando a su curiosidad innata fluir como siempre, mirándolo de nueva cuenta y preguntándose en qué lugar viviría, aunque preguntar algo como eso se podía malentender, y aunque fueran compañeros de trabajo, estaban lejos de ser tan amigos para compartir ese tipo de confidencias. Aunque claro, la injusticia nacía de que él, aunque le interesara o no, ya sabía de donde era ella. Y ella, pues… No tenía ni la menor idea de donde vivía el actor en sus tiempos libres. Y la curiosidad que sentía tanto por el paradero de sus ya ex-girasoles se iba haciendo tan grande como el interés que le provocaba el castaño desde que lo había visto en las grabaciones, aunque aun se muriera de vergüenza recordando ciertos detalles no aptos para menores.
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Por alguna extraña razón le permitió jugar libremente con sus labios, limitándose a observar con una pizca de irritación lo divertida que parecía estar la chica. - Si yo soy dramático, tu eres una enojona... - murmuró una vez libre de su tacto, y prestando hasta entonces atención a lo mal pensable de la posición de ambos. Cerró parcialmente la mirada al verse calificado como carente de respeto, e inflando por un instante las mejillas desvió la mirada aceptando que tal vez, solo tal vez... ella tenía algo de razón. Pero al parecer era su mañana de suerte, pues no solo había topado a la niña roja de las grabaciones sino que por lo visto, podría llevarse de regreso unas cuantos girasoles.
Su rostro se iluminó al comprobar que Sam no era tan mala persona como imaginó en un inicio y levantándose de una buena vez se sacudió las ropas, ignorando por completo el cursi apodo con el que había sido llamado - En casa, obviamente. Bueno, una la dejaré en el taller para que me alegre un poco las aburridas horas de trabajo pero el resto se quedará en casa - Ahora que tenía su visto bueno... ¿podía cortar más? después de todo el lugar estaba invadido de flores amarillas. - Ya que eres taan bondadosa... - se plantó frente a ella y sin pena alguna "dibujó" en el aire lo que teóricamente eran un par de alas, ayudando a su imaginación a dar un toque celestial a la figura de la chica - ... será que puedas invitarme una taza de café? Ya sabes, eso de salir a frías horas de la mañana para trabajar no deja tiempo para desayunar como se debe. - asintió convencido de que justo ese era su caso. La verdad era que al abrir el refrigerador se llevó la sorpresa de no encontrar leche en su interior y tampoco tenía crema para preparar la bebida con agua y para terminar de torturar a su apetito, el resto de habitantes en el refrigerador no eran para nada combinables.
Su rostro se iluminó al comprobar que Sam no era tan mala persona como imaginó en un inicio y levantándose de una buena vez se sacudió las ropas, ignorando por completo el cursi apodo con el que había sido llamado - En casa, obviamente. Bueno, una la dejaré en el taller para que me alegre un poco las aburridas horas de trabajo pero el resto se quedará en casa - Ahora que tenía su visto bueno... ¿podía cortar más? después de todo el lugar estaba invadido de flores amarillas. - Ya que eres taan bondadosa... - se plantó frente a ella y sin pena alguna "dibujó" en el aire lo que teóricamente eran un par de alas, ayudando a su imaginación a dar un toque celestial a la figura de la chica - ... será que puedas invitarme una taza de café? Ya sabes, eso de salir a frías horas de la mañana para trabajar no deja tiempo para desayunar como se debe. - asintió convencido de que justo ese era su caso. La verdad era que al abrir el refrigerador se llevó la sorpresa de no encontrar leche en su interior y tampoco tenía crema para preparar la bebida con agua y para terminar de torturar a su apetito, el resto de habitantes en el refrigerador no eran para nada combinables.
Lanre Drachenblut- sirviente
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Había tantas personas que le llamaban enojosa, que no le dio importancia alguna al calificativo, y escuchó con atención cuando le mencionó que tenía una casa y un taller. Eso sonaba bien, pero… ¿Taller de qué? Nuevamente quería preguntar por mera curiosidad, pero Rob le había repetido unas cuantas veces lo molestos que eran sus interrogatorios, pues ella, claramente, todo lo quería saber.
Alzó una ceja cuando lo vio mofarse de ella y de su bondad, pero la sola mención del café le recordó que no había desayunado, y aunque pocas veces lo hacía, solía morir de hambre a esas horas, más luego de perseguir a un ladrón de girasoles. -Puntos para ti porque te gusta el café.- asintió y luego se quedó meditando en que responderle. -Hmn… Si llevo a un desconocido Rob podría molestarse… Por mi parte suena delicioso~- canturreó mientras lo jalaba del brazo para encabezar la marcha para salir del campo, aun estaba molesta con su hermano así que cualquier cosa que pudiera hacer para vengarse, la haría feliz. Además, claro, de su interés personal en compartir unos minutos más con él.
-Vamos Lu-chawn, como soy una santa te invitaré al desayuno, obviamente café es muy poco, seguro encontraremos algo decente en la cocina.- comentó mientras caminaba solo fijándose en donde estaba el árbol en medio del campo, hasta que logró salir al camino normal esperando que el chico le siguiera el paso o al menos los jalones de su mano. -Espero que cuides bien a mis pequeños adorables...- comentó por lo bajo mirando con algo de nostalgia los girasoles que había cortado el joven y no tardó en seguir caminando luego de liberarlo de su agarre. La casa de los granjeros, dueños del club nocturno, se alzaba a la vista a cada paso que daban.
-Por cierto, ¿En qué trabajas? Además de actuación…- preguntó finalmente cediendo a sus impulsos y esperando no sonar tan acosadora como acostumbraba, pero siguió manteniendo la vista al frente pues esperaba en cualquier minuto que su mascota más cercana hiciera acto de aparición, y no sabía si comentarle o no a Lúgh del cuidado que debía tener con el pequeño Draco.
Alzó una ceja cuando lo vio mofarse de ella y de su bondad, pero la sola mención del café le recordó que no había desayunado, y aunque pocas veces lo hacía, solía morir de hambre a esas horas, más luego de perseguir a un ladrón de girasoles. -Puntos para ti porque te gusta el café.- asintió y luego se quedó meditando en que responderle. -Hmn… Si llevo a un desconocido Rob podría molestarse… Por mi parte suena delicioso~- canturreó mientras lo jalaba del brazo para encabezar la marcha para salir del campo, aun estaba molesta con su hermano así que cualquier cosa que pudiera hacer para vengarse, la haría feliz. Además, claro, de su interés personal en compartir unos minutos más con él.
-Vamos Lu-chawn, como soy una santa te invitaré al desayuno, obviamente café es muy poco, seguro encontraremos algo decente en la cocina.- comentó mientras caminaba solo fijándose en donde estaba el árbol en medio del campo, hasta que logró salir al camino normal esperando que el chico le siguiera el paso o al menos los jalones de su mano. -Espero que cuides bien a mis pequeños adorables...- comentó por lo bajo mirando con algo de nostalgia los girasoles que había cortado el joven y no tardó en seguir caminando luego de liberarlo de su agarre. La casa de los granjeros, dueños del club nocturno, se alzaba a la vista a cada paso que daban.
-Por cierto, ¿En qué trabajas? Además de actuación…- preguntó finalmente cediendo a sus impulsos y esperando no sonar tan acosadora como acostumbraba, pero siguió manteniendo la vista al frente pues esperaba en cualquier minuto que su mascota más cercana hiciera acto de aparición, y no sabía si comentarle o no a Lúgh del cuidado que debía tener con el pequeño Draco.
Ariadne Barma- Miembro de Pandora
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
La chica definitivamente estaba loca, eso de que aceptar llevar a su casa a un extraño no era normal. Bueno, tampoco lo era el tener un campo tan enorme de girasoles... pero quedarse atascado en la sorpresa de su respuesta sería un desperdicio de tiempo así que nada negado se dejó llevar por el agarre de la peliroja. Tal vez no era tan extraño como parecía, después de todo era como aceptar desayunar con un compañero de trabajo, cosa de lo mas normal. Lo abstracto era el hecho de que hasta ese entonces, nunca se habían tomado la molestia de indagar en quién era el otro cuando estaba lejos de las cámaras.
En realidad había hecho la petición del café muy en el aire, aunque se podría decir que una parte de si mismo tenía la esperanza de recibir una respuesta afirmativa, ésta era mínima comparada con las posibilidades de rechazo por infinidad de razones. Pero en vista de que el chicle había pegado de buena manera intentaría no meter la pata. Quien sabe, aquel lugar podía llegar a ser mucho mas que una simple escala en sus recorridos.
Dio un último vistazo al campo de flores cuando salieron de éste, extrañamente con algo de nostalgia pero su consuelo era el saber que oficialmente, podría llevarse el par de girasoles que Sam le había confiscado de momento. Sentía la necesidad de recuperarlos cuanto antes, pero temía que intentarlo sin previo aviso resultara agresivo y entonces solo se ganaría una negativa por parte de la chica. Una negativa no solo a entregarle las flores sino también a lo que hasta entonces, imaginaba como un apetitoso desayuno. Resignado a esperar suspiró y enfocó la mirada en la casa ya a la vista, intentando no lucir muy impactado. - Obvio que... los cuidaré - respondió un tanto distraído, acoplándose a su paso una vez libre de su mano. - Soy... empleado en un taller mecánico... Espera! - cortó al tiempo que se adelantaba un par de pasos y se interponía en el camino de la peliroja, intentando avanzar en reversa para permanecer de frente a ella - Eso... - señaló con el pulgar en dirección de la casa - ...es tu casa?! ¿Y quién es Rob? - repentinamente todas las pistas dadas empezaron a revolverse de manera extraña en su cabeza, llegando a sacar conclusiones un tanto torcidas - Es tu marido!! Estas casada con un adinerado maniático de las flores... Y pensar que hasta ahora me doy cuenta de que había algo más que flores por aquí... - pasó de la sorpresa a una incoherente indignación y de ahí a unos segundos depresivos que se extendieron un poco mas de lo esperado hasta que finalmente remató con un toque de curiosidad. Acompañar a una mujer casada a desayunar definitivamente podía tomarse a mal, solo le quedaba confiar en que su señor marido no se encontrara en el lugar, y si lo estaba, que no fuera un celoso de primera.
- Es una lástima... - murmuró cerrando por un instante los ojos y girando para seguir caminando en la dirección correcta.
En realidad había hecho la petición del café muy en el aire, aunque se podría decir que una parte de si mismo tenía la esperanza de recibir una respuesta afirmativa, ésta era mínima comparada con las posibilidades de rechazo por infinidad de razones. Pero en vista de que el chicle había pegado de buena manera intentaría no meter la pata. Quien sabe, aquel lugar podía llegar a ser mucho mas que una simple escala en sus recorridos.
Dio un último vistazo al campo de flores cuando salieron de éste, extrañamente con algo de nostalgia pero su consuelo era el saber que oficialmente, podría llevarse el par de girasoles que Sam le había confiscado de momento. Sentía la necesidad de recuperarlos cuanto antes, pero temía que intentarlo sin previo aviso resultara agresivo y entonces solo se ganaría una negativa por parte de la chica. Una negativa no solo a entregarle las flores sino también a lo que hasta entonces, imaginaba como un apetitoso desayuno. Resignado a esperar suspiró y enfocó la mirada en la casa ya a la vista, intentando no lucir muy impactado. - Obvio que... los cuidaré - respondió un tanto distraído, acoplándose a su paso una vez libre de su mano. - Soy... empleado en un taller mecánico... Espera! - cortó al tiempo que se adelantaba un par de pasos y se interponía en el camino de la peliroja, intentando avanzar en reversa para permanecer de frente a ella - Eso... - señaló con el pulgar en dirección de la casa - ...es tu casa?! ¿Y quién es Rob? - repentinamente todas las pistas dadas empezaron a revolverse de manera extraña en su cabeza, llegando a sacar conclusiones un tanto torcidas - Es tu marido!! Estas casada con un adinerado maniático de las flores... Y pensar que hasta ahora me doy cuenta de que había algo más que flores por aquí... - pasó de la sorpresa a una incoherente indignación y de ahí a unos segundos depresivos que se extendieron un poco mas de lo esperado hasta que finalmente remató con un toque de curiosidad. Acompañar a una mujer casada a desayunar definitivamente podía tomarse a mal, solo le quedaba confiar en que su señor marido no se encontrara en el lugar, y si lo estaba, que no fuera un celoso de primera.
- Es una lástima... - murmuró cerrando por un instante los ojos y girando para seguir caminando en la dirección correcta.
Lanre Drachenblut- sirviente
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Casi se tropezó al verlo al frente, una por la sorpresa de que se le ocurriera mostrar sus habilidades para caminar de espaldas, y otra por la clara distracción que le parecía tenerlo de frente. Intentó reaccionar y creyó lograrlo mientras asentía como autómata a su pregunta sobre la casa. Claro que era suya, por algo lo estaba llevando, ¿No? Le costó unos segundos procesar toda la palabrería del chico que parecía hablar hasta por los codos y cuando escuchó su veredicto de su relación con Rob se atacó de la risa en pocos segundos lo que terminó con un ataque de tos que le impidió detener el rumbo de los enfermos pensamientos de su acompañante. -Ah... Caray... Eres especial.- negó con la cabeza imaginando a Robert Lanielle como un marido maniático y amante de las flores, y la visión se le hizo tan divertida que le costó escuchar lo que decía el chico. -¿Lástima? Lástima que Rob no está aquí para escuchar de su manía por las flores- volvió a reír y luego adelantó los pasos para quedar cerca del chico y sonreír aun divertida por la broma. Porque más que una broma no podía ser.
Cuando estaban por llegar a la entrada de la casa se decidió a sacarlo de su ignorancia. -Dudo que el alcalde permita matrimonios incestuosos, así que antes de que sigas mal pensando con tu mente de alcantarilla, te aclaro que Rob sólo es...- una ráfaga pasó por un costado de ellos y la chica estuvo por tirar los girasoles cuando su lobo-perro-mascota, Draco, se le lanzó animadamente para babearle el rostro antes de gruñirle al chico mientras se pegaba a las piernas de la pelirroja sin dejarle avanzar. -Oh... Vamos, Draco. Contrólate...- le gruñó y miró al castaño. -Draco es parte de la familia Lanielle, dice que es un placer Lu-chawn- le entregó finalmente los girasoles antes de tirarlos por ahí y que se rompieran por su torpeza.
Lo guió mientras bordeaban la casa para entrar a la Cocina, al menos no había ni luces de Rob pero imaginó que estaría pronto a aparecer, sólo esperaba que no le arruinara el primer desayuno que tendría con su nuevo amigo, con lo mucho que le costaba socializar y conservar a las personas sin aterrarlas. Suspiró cansinamente mientras lo dejaba ahí. -Ah... No te acerques a eso que parece una piscina...- murmuró por lo bajo mientras miraba con expresión ceñuda al lugar algo no-tan-escondido donde iba Andrómeda a pedir comida.
Volvió rápidamente con un cuadro en la mano, una foto de dos chicos que no se parecían mucho. Sobretodo porque la niña era pelirroja y de cabellos lacios, mientras que el chico tenía el cabello azabache y suaves ondas. -Ahora si, este es el idiota de Robert. Mi hermano mayor con complejo de padre-hijo.- se lo presentó tendiéndole el retrato antes de acercarse a la cocina para poner agua a calentar y luego ir a esculcar el refrigerador. -¿Eres dulce o salado?- consultó mirando la tarta de frutas que había y otros cuantos insumos, se notaba que allí no pasaban hambre.
Cuando estaban por llegar a la entrada de la casa se decidió a sacarlo de su ignorancia. -Dudo que el alcalde permita matrimonios incestuosos, así que antes de que sigas mal pensando con tu mente de alcantarilla, te aclaro que Rob sólo es...- una ráfaga pasó por un costado de ellos y la chica estuvo por tirar los girasoles cuando su lobo-perro-mascota, Draco, se le lanzó animadamente para babearle el rostro antes de gruñirle al chico mientras se pegaba a las piernas de la pelirroja sin dejarle avanzar. -Oh... Vamos, Draco. Contrólate...- le gruñó y miró al castaño. -Draco es parte de la familia Lanielle, dice que es un placer Lu-chawn- le entregó finalmente los girasoles antes de tirarlos por ahí y que se rompieran por su torpeza.
Lo guió mientras bordeaban la casa para entrar a la Cocina, al menos no había ni luces de Rob pero imaginó que estaría pronto a aparecer, sólo esperaba que no le arruinara el primer desayuno que tendría con su nuevo amigo, con lo mucho que le costaba socializar y conservar a las personas sin aterrarlas. Suspiró cansinamente mientras lo dejaba ahí. -Ah... No te acerques a eso que parece una piscina...- murmuró por lo bajo mientras miraba con expresión ceñuda al lugar algo no-tan-escondido donde iba Andrómeda a pedir comida.
Volvió rápidamente con un cuadro en la mano, una foto de dos chicos que no se parecían mucho. Sobretodo porque la niña era pelirroja y de cabellos lacios, mientras que el chico tenía el cabello azabache y suaves ondas. -Ahora si, este es el idiota de Robert. Mi hermano mayor con complejo de padre-hijo.- se lo presentó tendiéndole el retrato antes de acercarse a la cocina para poner agua a calentar y luego ir a esculcar el refrigerador. -¿Eres dulce o salado?- consultó mirando la tarta de frutas que había y otros cuantos insumos, se notaba que allí no pasaban hambre.
Ariadne Barma- Miembro de Pandora
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
¿Rob es…? Se quedó esperando la continuación de su confesión, pero por lo visto tendría que esperar para después ya que un animal rastrero y de cuatro patas hizo una escandalosa aparición. Sin saber de dónde rayos había salido, no hizo mas que mantener la distancia, no por el hecho de que el intento de perro quisiera hacerse el muy bravo, sino porque dichos animales le desagradaban y prefería no tener que tratar con… Draco? Eso sonaba a todo menos a perro… Desvió la vista de la escenita cariñosa del animalito y su dueña, con el inicio había tenido suficiente para sentir ñañaras y sentir la necesidad de buscar un pañuelo o similar con que limpiar, aunque no fuera él quien era invadido por la baba.
La siguió un tanto distraído por todo lo que les rodeaba. En verdad nunca había cruzado por su mente encontrar un sitio tan extenso y bien cuidado detrás del campo de girasoles. ¿Eran ermitaños o algo así? Eso o eran extremadamente famosos que preferían esconderse en el rincón más recóndito de la ciudad. Estuvo a punto de agacharse y meter la mano en el agua cuando escuchó la advertencia de Sam, dicho elemento le atraía como si fuera imán pero supuso que sería sermoneado como niño pequeño si desobedecía las indicaciones de su guía.Una vez dentro de la cocina se quedó perplejo. Juraría que lugares tan bonitos solo se veían en televisión. Apegó las flores a su pecho aún observando el encanto del lugar y antes de recibir la fotografía por parte de la peliroja, tomó asiento en la barra ubicada al centro de la cocina. ¿Se suponía que esa era prueba de que eran hermanos y no matrimonio? No se parecían en nada… pero bueno, tampoco tenían aire romanticoso. Se encogió de hombros y recorrió el lugar con la vista, como buscando algo en específico.
–Soy lo que tu quieras~ Respondió en broma de manera automática, corrigiéndose al instante – Voto por algo dulce, aunque bueno… la hoster tiene la última palabra – Por un momento alzó los girasoles, plantando en su rostro una sonrisa al observarles desde otro ángulo, sin duda alguna aquel era un buen día. – De casualidad… ¿tendrás por ahí algo para ponerlos en agua? De otra forma no creo que lleguen muy lejos – Esperó por respuesta o indicaciones, aprovechando de comparar a su anfitriona con su versión fotográfica ¿Si raptara la foto… lo notaría? Quizá sería mejor pedirle una reciente, además… llevar de colado a su supuesto hermano y protagonista del elenco podría mal interpretarse. Ni hablar, no quería ser víctima de las burlas de Lucie… – Y… ¿ustedes dos se hacen cargo de este enorme lugar? O tienen a sus padres escondidos debajo de la alfombra? – bajó de su “asiento” dejando la fotografía a un lado y se dirigió hacia el refrigerador, y una vez atrás de ella intentó masajearle el hombro derecho ya que en la otra mano aún cargaba las amarillas flores.
Lanre Drachenblut- sirviente
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
¿Lo que ella quería? ¿En serio? Su mente imaginó en el acto miles de posibilidades y agradeció estar mirando el contenido del refrigerador para no mostrar la clara decepción en su rostro cuando no alcanzó ni a comentar del tema. Bueno, era mejor no hacerse tan rápidas ilusiones, porque ese tipo de cosas interesantes sólo ocurrían en los libros que leía con avidez. –Está bien… Dulce será.- comentó sin ganas aunque luego de volver a mirar la tarta supo que comer eso la haría feliz. Antes de sacarla se dedicó a esculcar si quedaba leche y esas cosas.
Miró hacia atrás entonces luego de que le preguntaran en donde dejar los girasoles, creía tener un florero lo suficientemente largo y fuerte para sostenerlos mientras duraba el desayuno y hasta que el chico decidiera irse, pero dudaba poder indicarle donde estaba. –Creo que hay uno en la sala del otro piso, cerca de mi cuarto, deja sacar esto y te lo traigo...- comentó entonces agachándose de nuevo para tomar la tarta. Y ya la tenía asegurada en las manos cuando sintió el toque extraño en el hombro, y la inconstante presión. Dio un salto casi de la sorpresa y se golpeó la frente contra el borde de la parte del congelador mascullando un sinfín de maldiciones. –Joder… Ahh, no deberías hacer eso...- sin poder quitarse la mano de encima y procurando no tirar el pastel se giró como pudo para escapar del tacto del hombre. –E-eso da cosquillas, además… No te conviene que termine mal pensando Lu-chwan.- le advirtió en un murmullo mirando hasta las moscas invisibles con tal de no verlo a la cara, pues la suya seguro parecía una oda a malinterpretar situaciones mezclado con un intento de sentir vergüenza.
–Mejor iré a buscar el florero para los girasoles. Puedes partir el pastel, los cubiertos están allí.- señaló un cajón luego de dejar el pastel sano y salvo en la mesa que había en el centro de la cocina y luego salió por la puerta sin esperar respuesta alguna. Se fue repitiendo todo el camino lo tonta que era, seguro él había querido decirle algo cuando la había tocado o le había salvado del ataque de una araña gigante o bueno… Cualquier otra cosa que no fuera extraño como su mente quería imaginar. Con sus pensamientos más repuestos subió casi corriendo la escalera y luego de dejar el arreglo de flores de mentira sobre un sillón tomó un jarrón que parecía ser lo suficientemente poderoso para tratar con sus pequeños y adorables bebés. –Bien, esto servirá.- dijo al aire antes de salir de la sala para volver a las escaleras, las bajaría casi corriendo, como siempre hacía, aunque su hermano la regañara o se llevara uno que otro golpe cuando se caía por culpa de la gravedad o sus torpes pies.
Mientras en la cocina Draco se había acomodado cual guardián cerca de la puerta que daba hacia el exterior de la casa, vigilando con sus lobunos ojos de hielo los movimientos del extraño, además del movimiento en el agua que había hecho Andrómeda al sentir el alboroto, ya que aun no le daban de desayunar. -¿Sam? ¿Eres tú? Linda, podrías llamar a Rob que aún no me trae mi desayuno.- consultó desde lo que parecía una piscina una voz claramente femenina y encantadora.
Miró hacia atrás entonces luego de que le preguntaran en donde dejar los girasoles, creía tener un florero lo suficientemente largo y fuerte para sostenerlos mientras duraba el desayuno y hasta que el chico decidiera irse, pero dudaba poder indicarle donde estaba. –Creo que hay uno en la sala del otro piso, cerca de mi cuarto, deja sacar esto y te lo traigo...- comentó entonces agachándose de nuevo para tomar la tarta. Y ya la tenía asegurada en las manos cuando sintió el toque extraño en el hombro, y la inconstante presión. Dio un salto casi de la sorpresa y se golpeó la frente contra el borde de la parte del congelador mascullando un sinfín de maldiciones. –Joder… Ahh, no deberías hacer eso...- sin poder quitarse la mano de encima y procurando no tirar el pastel se giró como pudo para escapar del tacto del hombre. –E-eso da cosquillas, además… No te conviene que termine mal pensando Lu-chwan.- le advirtió en un murmullo mirando hasta las moscas invisibles con tal de no verlo a la cara, pues la suya seguro parecía una oda a malinterpretar situaciones mezclado con un intento de sentir vergüenza.
–Mejor iré a buscar el florero para los girasoles. Puedes partir el pastel, los cubiertos están allí.- señaló un cajón luego de dejar el pastel sano y salvo en la mesa que había en el centro de la cocina y luego salió por la puerta sin esperar respuesta alguna. Se fue repitiendo todo el camino lo tonta que era, seguro él había querido decirle algo cuando la había tocado o le había salvado del ataque de una araña gigante o bueno… Cualquier otra cosa que no fuera extraño como su mente quería imaginar. Con sus pensamientos más repuestos subió casi corriendo la escalera y luego de dejar el arreglo de flores de mentira sobre un sillón tomó un jarrón que parecía ser lo suficientemente poderoso para tratar con sus pequeños y adorables bebés. –Bien, esto servirá.- dijo al aire antes de salir de la sala para volver a las escaleras, las bajaría casi corriendo, como siempre hacía, aunque su hermano la regañara o se llevara uno que otro golpe cuando se caía por culpa de la gravedad o sus torpes pies.
Mientras en la cocina Draco se había acomodado cual guardián cerca de la puerta que daba hacia el exterior de la casa, vigilando con sus lobunos ojos de hielo los movimientos del extraño, además del movimiento en el agua que había hecho Andrómeda al sentir el alboroto, ya que aun no le daban de desayunar. -¿Sam? ¿Eres tú? Linda, podrías llamar a Rob que aún no me trae mi desayuno.- consultó desde lo que parecía una piscina una voz claramente femenina y encantadora.
Ariadne Barma- Miembro de Pandora
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
¿Había hecho algo malo? La siguió con la vista hasta que desapareció del escenario que consideraba permitido para un invitado. Su reacción le tenía un tanto confuso, ¿tan malo era dando masajes...? Bueno, tenía que confesar que en una única ocasión se había tomado tiempo para abrir un pequeño libro sobre masajes cuya dueña original había sido su progenitora, pero no creía que ayudar a quitar la tensión de hombros ajenos fuera tan complicado como para necesitar algún tipo de instrucción. Ya interrogaría a la peliroja cuando regresara, de momento cumpliría con la misión asignada por la capitana.
Se acercó al cajón indicado y sacó el cuchillo que le pareció mas bonito. Limpio, brillante y con filo suficiente para partir el pastel. Con todo el dolor de su corazón dejó los girasoles a un lado y se plantó frente a la tarta. Le observó con detalle, incluso se agachó para descubrir como se veía "desde abajo", pasó el cuchillo de una a otra mano distraídamente y al descubrirse jugando con el cubierto... decidió probar el filo sobre uno de sus dedos. Obviamente no consiguió nada interesante, después de todo era uno de esos cuchillos de mesa. Finalmente lo sujetó con la mano izquierda y tras dar un suspiro de resignación comenzó a trazar un pequeño círculo al centro del pastel. Una vez que terminó, hizo un par de cortes hacia el exterior, listo para sacar la primer rebanada pero... ¿dónde guardaban los platos?
Bien, tocaría esculcar cocina ajena. No era precisamente la mejor de las ideas, pero su anfitriona le había contagiado una sensación de confianza, la suficiente como para revisar otros cajones en busca de la vajilla. Hizo un nuevo reconocimiento visual de la cocina con el objetivo de localizar el rincón mas acorde para guardar los platos, fue entonces cuando se percató de la presencia del perro peludo. No detuvo la atención en el animal mas de un segundo, no le agradaban los canes así que intentaría ignorar el hecho de que uno le observaba de manera poco agradable. Pero casi en cuanto su mirada pasó del animal, escuchó una voz femenina que inevitablemente le sacó un susto tamaño familiar. Se creía solo, bueno, con el perro, pero éste realmente no contaba. No había televisiones cerca y no había escuchado llegar a nadie mas. Razones que le hicieron enfocar con incredulidad al perro que aún mantenía la misma posición que segundos atrás. – Sam, si esto es una broma, déjame decirte que es una… muy… pesada. – concluyó con cierto nerviosismo y negándose a girar para averiguar a quién pertenecía aquella voz. No sonaba a la peliroja, pero su única otra opción aparte de una camuflajeada de la mencionada, era que el perro fuera un personaje de historia de terror.
Se acercó al cajón indicado y sacó el cuchillo que le pareció mas bonito. Limpio, brillante y con filo suficiente para partir el pastel. Con todo el dolor de su corazón dejó los girasoles a un lado y se plantó frente a la tarta. Le observó con detalle, incluso se agachó para descubrir como se veía "desde abajo", pasó el cuchillo de una a otra mano distraídamente y al descubrirse jugando con el cubierto... decidió probar el filo sobre uno de sus dedos. Obviamente no consiguió nada interesante, después de todo era uno de esos cuchillos de mesa. Finalmente lo sujetó con la mano izquierda y tras dar un suspiro de resignación comenzó a trazar un pequeño círculo al centro del pastel. Una vez que terminó, hizo un par de cortes hacia el exterior, listo para sacar la primer rebanada pero... ¿dónde guardaban los platos?
Bien, tocaría esculcar cocina ajena. No era precisamente la mejor de las ideas, pero su anfitriona le había contagiado una sensación de confianza, la suficiente como para revisar otros cajones en busca de la vajilla. Hizo un nuevo reconocimiento visual de la cocina con el objetivo de localizar el rincón mas acorde para guardar los platos, fue entonces cuando se percató de la presencia del perro peludo. No detuvo la atención en el animal mas de un segundo, no le agradaban los canes así que intentaría ignorar el hecho de que uno le observaba de manera poco agradable. Pero casi en cuanto su mirada pasó del animal, escuchó una voz femenina que inevitablemente le sacó un susto tamaño familiar. Se creía solo, bueno, con el perro, pero éste realmente no contaba. No había televisiones cerca y no había escuchado llegar a nadie mas. Razones que le hicieron enfocar con incredulidad al perro que aún mantenía la misma posición que segundos atrás. – Sam, si esto es una broma, déjame decirte que es una… muy… pesada. – concluyó con cierto nerviosismo y negándose a girar para averiguar a quién pertenecía aquella voz. No sonaba a la peliroja, pero su única otra opción aparte de una camuflajeada de la mencionada, era que el perro fuera un personaje de historia de terror.
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Luego de casi correr y morir escaleras abajo, se tardó en abrir la puerta de la cocina, al menos ya había calmado sus malos pensamientos, o eso quería creer. Luego de dar un largo suspiro alcanzó a escuchar la voz del castaño. ¡¿Ya había llegado Rob?! Entró pero no vio a nadie y la mirada fija de Lúgh sobre su querida mascota, ¿no que iba a partir el pastel? –No sabía que hablabas con los animales.- mencionó como si no fuera lo más extraño de la situación mientras se acercaba al lavaplatos para ponerle agua al florero que llevaba entre brazos para tenerles un lugar digno por el momento a los recién cortados girasoles. –Creí que ya tendrías servida la tarta y todo listo, que mal...- agregó en son de burla luego de llenar el gran jarrón con agua y llevarlo al otro lado de la habitación para ponerlo en el suelo antes de tomar los girasoles y ponerlos allí.
–Saaam, ponme atención, ¿Tenemos visitas?- La voz que escuchó entonces le heló la sangre y negándose a girarse, hacia donde sabía que estaría la dueña de la dulce voz, maldijo entre dientes. –Me lleva…- suspiró y miró entonces al castaño, ¿ya habría caído como todos los demás ante el encanto de la sirena? Que deprimente sería tener que ver a otro idiota baboso, caer ante los encantos de la tipeja que apenas les hablaba y ya los tenía para ella. –Qué horror… ¿Qué necesitas Andy?- le preguntó entonces dirigiéndose a la especie de alberca que estaba a un lado de la cocina. –Desayuno, Rob aún no lo trae para mí.- explicó la voz de Dulcinea.
Si fuera por ella le hubiera llevado piedras, pero lamentablemente tenía que dar una buena impresión a su nuevo “amigo” así que siguió maldiciendo en un bajo murmullo mientras se acercaba a la mesa, sacó otro plato y le quitó el cuchillo a Lu-chwan antes de disponerse a separar un trozo de tarta y algunas frutas. –Imagino que no me hiciste caso y fuiste a la piscina…- reclamó sin muchos ánimos hacia el chico, lo que menos quería era ver la expresión absorta que ponía cada miembro del género masculino al ver a la belleza semidesnuda que tenían en la piscina. –Rob es un irresponsable baboso.- gruñó mientras le llevaba el plato y lo dejaba en el borde. –Por si no los han presentado, Andrómeda, Lúgh… Lu-chwan, Andrómeda.- hizo las presentaciones necesarias y luego de verse ya libre de pena y culpa se sentó a la mesa a esperar las preguntas de rigor. Pues como estaba más que claro, no era normal tener una sirena secuestrada de mascota, pero eso era otra historia.
–Saaam, ponme atención, ¿Tenemos visitas?- La voz que escuchó entonces le heló la sangre y negándose a girarse, hacia donde sabía que estaría la dueña de la dulce voz, maldijo entre dientes. –Me lleva…- suspiró y miró entonces al castaño, ¿ya habría caído como todos los demás ante el encanto de la sirena? Que deprimente sería tener que ver a otro idiota baboso, caer ante los encantos de la tipeja que apenas les hablaba y ya los tenía para ella. –Qué horror… ¿Qué necesitas Andy?- le preguntó entonces dirigiéndose a la especie de alberca que estaba a un lado de la cocina. –Desayuno, Rob aún no lo trae para mí.- explicó la voz de Dulcinea.
Si fuera por ella le hubiera llevado piedras, pero lamentablemente tenía que dar una buena impresión a su nuevo “amigo” así que siguió maldiciendo en un bajo murmullo mientras se acercaba a la mesa, sacó otro plato y le quitó el cuchillo a Lu-chwan antes de disponerse a separar un trozo de tarta y algunas frutas. –Imagino que no me hiciste caso y fuiste a la piscina…- reclamó sin muchos ánimos hacia el chico, lo que menos quería era ver la expresión absorta que ponía cada miembro del género masculino al ver a la belleza semidesnuda que tenían en la piscina. –Rob es un irresponsable baboso.- gruñó mientras le llevaba el plato y lo dejaba en el borde. –Por si no los han presentado, Andrómeda, Lúgh… Lu-chwan, Andrómeda.- hizo las presentaciones necesarias y luego de verse ya libre de pena y culpa se sentó a la mesa a esperar las preguntas de rigor. Pues como estaba más que claro, no era normal tener una sirena secuestrada de mascota, pero eso era otra historia.
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
La voz de la pelirroja le hizo salir de sus extrañas divagaciones, y con ello, volvió la vista hacia su anfitriona quien cargaba un bonito jarrón. Supuso que era para los girasoles pero… algo en el trayecto visual hacia Sam le hizo plantar la mirada en un punto intermedio entre ambos. Se quedó quieto y en silencio y aunque quería explicar el por qué no tenía servido el pastel, su voz se negaba a salir, o mejor dicho, no encontraba qué decir. Tras unos segundos de observación buscó encontrarse con las rojizas pupilas de su nueva amiga, como esperando recibir alguna descripción coherente respecto a la tercera persona en la cocina, cuarta si contaban al perro, pues era evidente que él era el único sorprendido por la presencia de… alguien en el agua?
Para empezar ni siquiera era normal tener una alberca junto a la cocina, aunque sin duda daba un toque de originalidad y elegancia al lugar, pero ¿qué hacía una mujer de tan poca ropa pidiendo desayuno como si fuera la ama y señora del hogar? Presenció la aparentemente cotidiana conversación entre ambas sin saber a cuál de las dos mirar con mas extrañeza. En definitiva sentía la necesidad de satisfacer su curiosidad y acercarse un poco al agua, mas basándose en uno de los comentarios de la niña jardinera desistió, al menos por el momento, de aproximarse mas a la alberca.
– Eh… mucho gusto, Lúgh Gwyddyon – se apresuró a responder haciendo una leve reverencia, pues de alguna manera sentía que la mujer le superaba en edad. Al verse con las manos vacías por el rapto del cuchillo no se le ocurrió nada mejor que tomar asiento en uno de los bancos y esperar que el pastel también llegara a sus dominios. En ese lapso de tiempo, su atención se aferró al agua y su peculiar habitante. Estaba completamente seguro de no haberse drogado ni nada por el estilo, y hasta donde él sabía, sus ojos no eran fallidos como para estar mal interpretando lo que a la vista era una cola de sirena. Una muy desinhibida, con complejo de jefa y bueno… no hacía falta decir que la naturaleza había sido mas que amable con ella. – ¿Canta maléficamente como en las historias para conseguirse inocentes? – preguntó por lo bajo sin esperar realmente una respuesta, haciendo un esfuerzo por dejar de mirar a la rareza acuática. El asunto no tenía mucho sentido, tal vez era uno de esos disfraces para películas de ciencia ficción, después de todo, los hermanos dueños de la casa formaban parte del medio.
Para entonces el estómago ya reclamaba abiertamente por algo que pasear en su interior, y teniendo frente a sí el bonito y antojadizo pastel, se atrevió a ir en busca de una cuchara dispuesto a extinguir cuantas rebanadas le permitieran. Por segunda vez abrió el cajón sacando un único cubierto y regresó directo a encajarla en la tarta para tomar un trozo, el cual no llevo a su propia boca, sino que acercándose a Sam, se lo plantó frente a los labios – Ahora abre la boca como buena niña y di Ah~~ – a esas alturas ya se había dejado de lado el tema de la tétrica sirena que solo conseguía recordarle una película de terror vista en su adolescencia. Tenía mejores e interesantes ideas en mente, lo peor que podía pasar era que el tiempo se le fuera de las manos y el presentarse puntual a trabajar fuera imposible.
Para empezar ni siquiera era normal tener una alberca junto a la cocina, aunque sin duda daba un toque de originalidad y elegancia al lugar, pero ¿qué hacía una mujer de tan poca ropa pidiendo desayuno como si fuera la ama y señora del hogar? Presenció la aparentemente cotidiana conversación entre ambas sin saber a cuál de las dos mirar con mas extrañeza. En definitiva sentía la necesidad de satisfacer su curiosidad y acercarse un poco al agua, mas basándose en uno de los comentarios de la niña jardinera desistió, al menos por el momento, de aproximarse mas a la alberca.
– Eh… mucho gusto, Lúgh Gwyddyon – se apresuró a responder haciendo una leve reverencia, pues de alguna manera sentía que la mujer le superaba en edad. Al verse con las manos vacías por el rapto del cuchillo no se le ocurrió nada mejor que tomar asiento en uno de los bancos y esperar que el pastel también llegara a sus dominios. En ese lapso de tiempo, su atención se aferró al agua y su peculiar habitante. Estaba completamente seguro de no haberse drogado ni nada por el estilo, y hasta donde él sabía, sus ojos no eran fallidos como para estar mal interpretando lo que a la vista era una cola de sirena. Una muy desinhibida, con complejo de jefa y bueno… no hacía falta decir que la naturaleza había sido mas que amable con ella. – ¿Canta maléficamente como en las historias para conseguirse inocentes? – preguntó por lo bajo sin esperar realmente una respuesta, haciendo un esfuerzo por dejar de mirar a la rareza acuática. El asunto no tenía mucho sentido, tal vez era uno de esos disfraces para películas de ciencia ficción, después de todo, los hermanos dueños de la casa formaban parte del medio.
Para entonces el estómago ya reclamaba abiertamente por algo que pasear en su interior, y teniendo frente a sí el bonito y antojadizo pastel, se atrevió a ir en busca de una cuchara dispuesto a extinguir cuantas rebanadas le permitieran. Por segunda vez abrió el cajón sacando un único cubierto y regresó directo a encajarla en la tarta para tomar un trozo, el cual no llevo a su propia boca, sino que acercándose a Sam, se lo plantó frente a los labios – Ahora abre la boca como buena niña y di Ah~~ – a esas alturas ya se había dejado de lado el tema de la tétrica sirena que solo conseguía recordarle una película de terror vista en su adolescencia. Tenía mejores e interesantes ideas en mente, lo peor que podía pasar era que el tiempo se le fuera de las manos y el presentarse puntual a trabajar fuera imposible.
Lanre Drachenblut- sirviente
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
Estaba perdida meditando en que no quería observar la expresión de su “amigo” por causa de la sirenita que se había traído Robert a la casa hace algunos años. Pero mientras meditaba con el cuchillo en mano olvidando que debía cortar la tarta ya fue algo tarde cuando por fin reaccionó y vio lo que parecía ser un trozo de tarta en una cuchara. –¿Ah? ¿Qué?.- observó primero la cuchara y luego al que la había traído y sintió sus mejillas casi explotar probablemente de un color tan vivaracho como el de su cabello. Malditas hormonas. Tragó saliva con dificultad y luego de unos segundos que parecieron eternos finalmente se iba acercando al cubierto cuando escuchó el característico sonido del agua que había terminado de hervir. Casi dio un salto hacia atrás de la sorpresa, y recuperando sus funciones mentales le quitó el cubierto al chico para llenarse la boca con algo y no decir alguna tontería. Se lo entregó con la comida aun en la boca y se alejó a buscar la tetera y las tazas, esperando que por un milagro del cielo la temperatura bajara.
Luego de tenerlo todo bien dispuesto en la mesa de la cocina y con el pastel ya lejos adentrándose más allá de su garganta volvió a hablar. –Ehm… Deja que te sirvo un trozo, ¿O quieres la tarta completa?.- intentó bromear para pasar por alto el bochorno de la escena anterior y luego tomó los trozos que había cortado anteriormente el chico, notoriamente distraída, rápidamente los puso en dos platos y le tendió uno al chico. –Come con confianza. ¿Quieres té o café? ¿Leche?.- preguntó como buena anfitriona, al menos como recordaba que su hermano trataba a las visitas. Y era que estaba tan acostumbrada a pasar con Draco y con los animales que a veces se le olvidaban algunos modales.
Para ella misma se hizo un café bien cargado para resistir el día y se sentó en una de las altas sillas con el pastel encima. Por su mente aun figuraba la idea de ofrecerle una cucharada de pastel a Lúgh, pero ciertamente adornada con ideas claramente imposibles de acompañamientos que sólo se agregaban en los libros. Enojada consigo misma por estar tan distraída que podría asustar a su nuevo amigo, comenzó a comer preguntándose que tema de conversación tenían que llevar dos personas normales. –¿Y tú? ¿Estás casado? ¿Viudo? ¿Tienes familia e hijos?.- nada más soltar las preguntas se dio cuenta de lo acosadora que sonaba, pero ya estaba hecho, así que aprovechó de tomar un buen sorbo de café, preparándose mentalmente para escuchar cualquier respuesta que pudiera matar todas sus esperanzas.
Luego de tenerlo todo bien dispuesto en la mesa de la cocina y con el pastel ya lejos adentrándose más allá de su garganta volvió a hablar. –Ehm… Deja que te sirvo un trozo, ¿O quieres la tarta completa?.- intentó bromear para pasar por alto el bochorno de la escena anterior y luego tomó los trozos que había cortado anteriormente el chico, notoriamente distraída, rápidamente los puso en dos platos y le tendió uno al chico. –Come con confianza. ¿Quieres té o café? ¿Leche?.- preguntó como buena anfitriona, al menos como recordaba que su hermano trataba a las visitas. Y era que estaba tan acostumbrada a pasar con Draco y con los animales que a veces se le olvidaban algunos modales.
Para ella misma se hizo un café bien cargado para resistir el día y se sentó en una de las altas sillas con el pastel encima. Por su mente aun figuraba la idea de ofrecerle una cucharada de pastel a Lúgh, pero ciertamente adornada con ideas claramente imposibles de acompañamientos que sólo se agregaban en los libros. Enojada consigo misma por estar tan distraída que podría asustar a su nuevo amigo, comenzó a comer preguntándose que tema de conversación tenían que llevar dos personas normales. –¿Y tú? ¿Estás casado? ¿Viudo? ¿Tienes familia e hijos?.- nada más soltar las preguntas se dio cuenta de lo acosadora que sonaba, pero ya estaba hecho, así que aprovechó de tomar un buen sorbo de café, preparándose mentalmente para escuchar cualquier respuesta que pudiera matar todas sus esperanzas.
Ariadne Barma- Miembro de Pandora
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Re: Contrabando amarillo [Ari]
La sensación de quedarse con las manos vacías unos cuantos minutos fue algo extraña. De ante mano sabía que el rechazo era muy probable, pero si algo no se esperaba, era que le robaran el cubierto con todo y pastel. Abrió y cerró la mano unas cuantas veces antes de recibir de vuelta la cuchara y aunque le había retomado sin dudar, sus pensamientos se desviaban junto con el perfil de la peliroja y el bonito color que le decoraba el rostro en ese instante.
Seguramente le había hecho sentir infantil, porque dudaba mucho que el asunto fuera por otro rumbo. Como fuera lo ocurrido le dio un toque de diversión a la extraña mañana, y vaya que era extraña pues no solo regresaría a casa con un par de girasoles y el estómago probablemente lleno, sino que de paso podía adjudicarse el haber conseguido una entretenida amistad, o al menos el inicio de una. Asintió contento de tan buen resultado y sintiéndose casi como en casa, acercó un banco en el que se puso cómodo. – Leche por favor – respondió lamentando que la chica lanzara tan pronto una segunda pregunta, quitándole la oportunidad de pedir la tarta entera. Sería perfecto poder apropiarse semejante pastel, comería una rebanada en compañía de Sam, dejaría otra rebanada para comerla en el trabajo, otro par para cenar y el resto se lo dejaría a Lucie. Simple y sencillamente ideal. Pero no, obviamente la propuesta no iba en serio, tendría que enterrar mas allá del limbo la ilusión de repartir tan sabiamente una rica tarta.
Tomó nota mental de la manera en que su anfitriona se preparaba el café, en lo personal no lo acostumbraba, muy caro y él muy codo, pero no estaba de mas el prestar atención a los detalles. Después de todo, uno nunca sabe cuando puede ofrecerse. Quien sabe, quizá con un poco de suerte, tendría la oportunidad de ser él quien le invitase a desayunar o hacer cualquier otra de las comidas. Difícilmente tendría algo tan vistoso para ofrecer, pero siempre podía prepararle por lo menos un sándwich bien servido.
–Mmm… Mecánico, cero padres, una hermana muy mona, sin hijos, sencillito, carismático y… soltero – enlistó respondiendo rápidamente y agregando algunos datos que no se le habían solicitado, así como la profesión que si no le fallaba la memoria, le había compartido anteriormente. Al finalizar plantó su mirada sobre ella, mas alegre de lo normal y sin preocuparse por la imagen tan… ofrecida que probablemente estaba dando a su acompañante. – Ya que entramos en fase de entrevista… ¿se puede saber a qué te dedicas? Sin contar la actuación y el plantar eternamente florecitas, claro . Digo, por lo que veo, tienen un enooorme lugar que atender y mantener…. – al mencionar la proporción del lugar dejó el cubierto sobre el plato y extendió cuanto pudo los brazos, dejando claro lo enormemente grande que aquel sitio le resultaba. – Eso no se paga solo, y estoy seguro que la… cosa de ahí tampoco es barata… – concluyó tan bajo como pudo para evitar ser escuchado por la sirenita doméstica, si es que aún seguía en las cercanías. En lo que su respuesta llegaba se apresuró a consumir el decorado pan, la idea de quedarse hasta que lo corrieran de la granja era tentadora, sin embargo el taller no se atendería solo y su sueldo tampoco llegaría por arte de magia a la cartera. A menos claro, que fuera en sus divagaciones alucinógenas.
Seguramente le había hecho sentir infantil, porque dudaba mucho que el asunto fuera por otro rumbo. Como fuera lo ocurrido le dio un toque de diversión a la extraña mañana, y vaya que era extraña pues no solo regresaría a casa con un par de girasoles y el estómago probablemente lleno, sino que de paso podía adjudicarse el haber conseguido una entretenida amistad, o al menos el inicio de una. Asintió contento de tan buen resultado y sintiéndose casi como en casa, acercó un banco en el que se puso cómodo. – Leche por favor – respondió lamentando que la chica lanzara tan pronto una segunda pregunta, quitándole la oportunidad de pedir la tarta entera. Sería perfecto poder apropiarse semejante pastel, comería una rebanada en compañía de Sam, dejaría otra rebanada para comerla en el trabajo, otro par para cenar y el resto se lo dejaría a Lucie. Simple y sencillamente ideal. Pero no, obviamente la propuesta no iba en serio, tendría que enterrar mas allá del limbo la ilusión de repartir tan sabiamente una rica tarta.
Tomó nota mental de la manera en que su anfitriona se preparaba el café, en lo personal no lo acostumbraba, muy caro y él muy codo, pero no estaba de mas el prestar atención a los detalles. Después de todo, uno nunca sabe cuando puede ofrecerse. Quien sabe, quizá con un poco de suerte, tendría la oportunidad de ser él quien le invitase a desayunar o hacer cualquier otra de las comidas. Difícilmente tendría algo tan vistoso para ofrecer, pero siempre podía prepararle por lo menos un sándwich bien servido.
–Mmm… Mecánico, cero padres, una hermana muy mona, sin hijos, sencillito, carismático y… soltero – enlistó respondiendo rápidamente y agregando algunos datos que no se le habían solicitado, así como la profesión que si no le fallaba la memoria, le había compartido anteriormente. Al finalizar plantó su mirada sobre ella, mas alegre de lo normal y sin preocuparse por la imagen tan… ofrecida que probablemente estaba dando a su acompañante. – Ya que entramos en fase de entrevista… ¿se puede saber a qué te dedicas? Sin contar la actuación y el plantar eternamente florecitas, claro . Digo, por lo que veo, tienen un enooorme lugar que atender y mantener…. – al mencionar la proporción del lugar dejó el cubierto sobre el plato y extendió cuanto pudo los brazos, dejando claro lo enormemente grande que aquel sitio le resultaba. – Eso no se paga solo, y estoy seguro que la… cosa de ahí tampoco es barata… – concluyó tan bajo como pudo para evitar ser escuchado por la sirenita doméstica, si es que aún seguía en las cercanías. En lo que su respuesta llegaba se apresuró a consumir el decorado pan, la idea de quedarse hasta que lo corrieran de la granja era tentadora, sin embargo el taller no se atendería solo y su sueldo tampoco llegaría por arte de magia a la cartera. A menos claro, que fuera en sus divagaciones alucinógenas.
Lanre Drachenblut- sirviente
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